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Cada noche es una aventura en mi ciudad

Mientras camino por la banqueta me doy cuenta de que alguien me sigue. Trato de aflojar el auricular que traigo puesto ­­(siempre el izquierdo para que el derecho pueda detectar cualquier señal de acercamiento). Acelero el paso y aprieto la correa de mi mochila; no quiero voltear, eso me restaría unos segundos para reaccionar y salir corriendo si fuera necesario.

Cuando llego a la esquina doy la vuelta tratando de encontrar un lugar abierto; algo con luz y gente que me haga sentir segura. Pero ya es de noche, los locales están cerrados. Todo pasa mientras sigo escuchando unos tacones que se acercan, que golpean contra el asfalto a la misma velocidad que mis zapatos.

Pienso que tengo dos opciones: parar y esperar a que el extraño me rebase y respirar profundo o salir corriendo hasta llegar a casa con la esperanza de que no me alcance. Ninguna de las dos me satisface. Podría gritar y tal vez alguien llegue a mi auxilio, aunque podría ser peor y reciba un golpe en la cabeza por armar un escándalo. Como sea estoy perdida y sola en una calle sin salida.

Me detengo y espero silenciosamente que alguien toque mi hombro. Cierro los ojos y poco a poco los tacones se pierden en la calma nocturna. Suelto un suspiro lento y profundo de alivio. El extraño se ha ido.

Sigo caminando, me acomodo el auricular y suelto la correa. Continúo, lista para la siguiente aventura de acción en mi brillante y estresada ciudad.

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Escritora. Bruja de oficio, cocinera de palabras por accidente. Cambio de color todo el tiempo porque no me gusta el gris, un poco sí el negro, pero nada como un puñado de crayolas para ponerle matiz al papel. A veces escribo porque no sé cómo más decir las cosas, a veces pinto porque no sé como escribir lo que estoy pensando, pero siempre o casi siempre me visto de algún modo especial para despistar al enemigo. Me gusta hablar y aunque no me gusta mucho la gente, siempre encuentro algún modo de pasar bien el tiempo rodeada de toda clase de especies. El trabajo me apasiona, los lápices de madera No. 2 también; conocer lugares me fascina y comer rico me pone muy feliz. Vivo de las palabras, del Internet y de levantarme todas las mañanas para seguir una rutina que espero algún día pueda romper para irme a vivir a la playa, tomar bloody marys con sombrillita y ponerme al sol hasta que me arda la conciencia. Por el momento vivo enamorada y no conozco otro lugar mejor. El latte caliente, una caja de camellos, una coca cola fría por la tarde, si se puede coca cola todo el día, y un beso antes de dormir son mi receta favorita para sonreír cuando incluso el color más brillante se ve gris. La Avinchuela mágica.
Soy grafitero, autodidacta. Empecé a pintar hace aproximadamente 4 años de manera ilegal, para luego enfocarme en pintar de manera un poco más elaborada. También fui buscando algunas alternativas nuevas hasta llegar a la ilustración digital. Mi trabajo está basado en lo místico y religioso, en dualidades y deidades. Técnicamente me gustan las cosas mixtas y poder jugar con varias herramientas en un solo proyecto, pero sólo me gusta si es análogo. En mi trabajo digital me gusta usar únicamente la computadora, sin ninguna técnica extra.
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