Tengo miedo de que algún día alguien me mire a los ojos, intenso; que más allá de la pupila logre ver mi interior.
Crecí con el cliché de que las cuencas de mi rostro reflejarían el alma. Desde entonces decidí esconderme de los mirones, aquellos que por curiosos me observaran fijamente, que mintieran y aprovecharan mis ventanas para robarse mi esencia, los secretos o lo que emanan.
Tengo miedo de que algún día un descuido me vulnere y quizás me enamore.