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El regalo

Paulette, si un día tuviera que regalarle algo, ¿qué podría darle un hombre como yo a una mujer como ella que lo tiene todo? Me hice esta pregunta cada día, después de dejarla en la puerta de su casa; todo el tiempo que pasé enamorándola con chistes y anécdotas, siempre, desde que me la presentaron, me lo pregunté, y nunca pude darme una respuesta convincente: un viaje, un libro, una dedicatoria… ¡Qué estupidez! ¿Un viaje? ¡Si viaja cada fin de semana! ¿Un libro? ¡Tendría que robarlo de su casa para que no lo tuviera ya! ¿Una dedicatoria? ¡Pero si ha enamorado a tantos hombres! No me quedaba de otra: fuera lo que fuera, tendría que regalarle una mentira. Y eso hice: una supuesta botella de vino caro y una historia detrás de ella, que en realidad se trataba de una botella barata del peor de los vinos nacionales, ensalzada con una etiqueta diseñada por mí: una verdadera joya. Le anticipé el tremendo regalo y agregué que pasé meses ahorrando para comprarlo, así que ambos estábamos ansiosos por que llegara el día en que lo tomáramos al fin. Pero dada la excelencia del vino, acordamos guardarlo para un día especial, incluso lo dejamos envuelto hasta que llegara el momento adecuado. Nuestra boda no fue ese día, no lo fue tampoco el nacimiento de nuestro hijo, ni lo fue el día en que nació nuestro primer nieto. Por fortuna.

Sin embargo, el día que murió Paulette abrí el regalo. La botella estaba rota. Dentro había una nota y algo de dinero:

Qué tonto eres. Siempre lo has sido. Cómprate una buena botella, corazón.

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Músico, escritor, lector, cinéfilo, melómano, hijo, primo, hermano y amigo nacido en la ciudad de México un hermoso y soleado miércoles 29 de febrero de 1984. Gusta de todas las formas de la imaginación y del humor sin discriminación alguna. También disfruta ocasionalmente de una buena novela policiaca. Sostiene que la escritura literaria es una búsqueda donde la voz del escritor debe ser la única constante. En alguna reunión llegó a afirmar: “Puedo suscribirme a cualquier corriente de pensamiento, siempre y cuando sea lo bastante corriente”. No ha recibido ninguna distinción literaria, pero ha otorgado dos títulos de “Abuela Honoris Causa” hasta el momento. El primero a Susan Sontag por su labor crítica y, sobre todo, por esta fotografía; el segundo a Wisława Szymborska por su obra poética y por la persona que imagina detrás de esos poemas. Participó en el proyecto de investigación de literatura policiaca “Crimen y ficción”. Actualmente escribe una columna mensual de cine para la revista Síncope, mantiene el blog “Antología (no tan) arbitraria de textos” y toca la guitarra en la banda mexicana de swing Cotton’s.
Ilustrador. Soñó que se caía, pero se agarró de un lápiz.
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