¿Permiso de qué? En esta cochinada de ciudad no tenemos permiso de nada, no podemos dejar de ser nada. Igual y agarrar un oficio o una maña, tener hijos o plantar un pinche árbol. Lo más cercano que estamos de ser “uno” en la vida es hacer algo respetable, chingón (pero qué difícil). ¿A qué hora? ¿Con qué tiempo o pa´ qué?
Si quieres que te recuerden es mejor la faltosa: agarrar cualquier chingadera y dejarle un recuerdo a un cristiano… o a uno mismo. Ahí sí, primera plana (GUÁRDAME ÉSTA). Y mucho mejor si a ese agandalle te inventan un buen pretexto a dos columnas: “En el número 311 de la calle José Espinoza fue encontrado el cuerpo de un joven. De acuerdo con sus identificaciones, ese día celebraba su cumpleaños 25. Se sabe que el incidente fue ocasionado por una mujer a quien se le reconoce como su pareja sentimental” (LE DAN SU REGALITO).
Después de preparar el plan con calma, ponerse su mejor vestido, calzones bonitos, unos zapatotes, el cabello suelto, llega a tu casa. Dos tres tragos coquetos y se pone juntito de ti, te abraza, te da unos besucones, ya sabes… y sin más, te pica con un filo en el cuello y hasta ahí llegaste.
Eso estaría suave en tu nota, algo que valga la pena, mejor que 5 minutos de fama en la televisión. ¿Y si no? ¡Pues ya qué! Igual están chidas unas letrotas azules, un tipo gritando (MUERTE POR OCIO) y una foto de ti tumbado en la parte de abajo.