Sé mi Salomé. Arrópame. Baila y bebe y susurra mi nombre mientras inscribo tu nombre en el nombre de todas las flores. Te daré todas las cabezas, te haré reina de mil coronas, tendrás caprichos que no han encontrado nido en corazón alguno, te daré sueños que un profeta no vislumbra. Te sentarás en éste, mi imperio; amasaré un pueblo que te adore a mis pies. Serás la espuma que nunca muere en la playa: cada grano de tus recuerdos ya es memoria en todo.
Tendrás todo, mi Salomé. Incluso te daré tu sangre de vuelta.