Bailemos hasta desaparecer entre el humo de esta habitación sin ventanas. Asfixiémonos lentamente mientras esperamos la madrugada,
droguémonos de besos y caricias,
sintamos la humedad de nuestras ganas.
Déjame ser yo quien te haga levitar,
quien te haga cerrar los ojos mientras sonríes.
Olvidémonos de los viejos amores,
quememos los recuerdos con gemidos,
que el silencio se vuelva ruido,
que mi espalda se dibuje de rasguños
y las sábanas se mojen hasta horas tempranas.
Olvidémonos de nosotros al mismo tiempo,
despacito…
yo en tus labios y tú en los míos…
Y busquémonos entonces
en este baile infinito,
donde flotamos
y damos vueltas.