Skip to content

Baldío

Lo incierto.

Quizás no regrese de Baldío.

Meses atrás.

Aguardó a que su mujer durmiera para tomar la mochila que preparó con prisa.

Irse.

Hacía tiempo que lo pensaba, hacía unos días que le escocía la urgencia.

Desaparecer.

Escogió un lugar sin nombre, desierto, donde el sol se alzaba como un fantasma.

Lo desconocido.

Quiso desbordarse de los límites. Le pesaba no poder estirarse sin tocar con los dedos el techo de su casa.

Escritora. Cafeinómana, observadora, insomne. De ser trapecista caminaría todo el tiempo por las orillas.

Anterior
Siguiente

No pares, ¡sigue leyendo!

Seducción involuntaria

Espíritu

Dicen que hay cierta hora —un momento entre la noche y la madrugada— en la que ella sale a las calles a peinar…

Ni esa, ni la anterior

Llamada

Como un pedazo de flor vencida, una caja de cartón mojado o unos lápices sin punta, voy deshebrando mis pieles. Una tras otra…

Volver arriba