Skip to content

Cinco de diciembre

La noche colmada de borrasca dio paso, por un instante, a una leve nevada. La luna iluminó el polvillo que levantaba el viento; en lo remoto de un abedul, una ardilla arropaba a sus crías. A sus pies, el vino caliente derretía la nieve en torno a Krampus.

“Dale buena voluntad
Y Él te dará su mano.
Pero ya estás en edad
De darme tu verano.”

Y ahí detuvo la siguiente estrofa: una mirada pesaba sobre su hombro. Las carcajadas asomaron a Joseph por la ventana; las luces al otro lado del pueblo iluminaban apenas el claro del bosque, apenas para distinguir una silueta, apenas para ver una sombra plantar la cara justo frente a él, apenas una mirada oscura un instante después.

Joseph dio la vuelta y chocó despavorido contra dos columnas ardientes y crespo pelaje. Los ojos de Krampus caían sobre el niño desde lo alto de un roble. Antes de que pudiera levantarse, la mano ceniza del viejo lo tomó en vilo.

­—Tú vienes conmigo.

A la salida del pueblo el tintineo de una cadena resonaba en el aire como pesados círculos de hierro. Alguno regresaba a su casa, a unos cuantos pasos de distancia. Al levantar la mirada, entendió por las barbas oscuras que quizá el niño no recibiría a Nicolás al día siguiente.

Loading
Escritor. Lugar común: perfil obsesivo compulsivo, pero es cierto y útil en producción editorial. Editor, traductor, corrector de estilo.
Ilustrador.
Anterior
Siguiente

No pares, ¡sigue leyendo!

Son las 3 de la tarde

Llamada

¿Bueno? Sí.. ¡Ah, hola! Sí, claro. Todo bien. El trabajo, normal, ya sabes, lo de siempre. Sí, sí, donde mismo. En realidad no,…

Confianza

Confianza

Uno, dos, tres pasos. Lento, muy lento. Podría gastar toda la mañana en darle una vuelta completa al patio. Descanso cada diez o…

Volver arriba