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Consejos a una muchacha que se escapa

Cuando emprendas tu viaje a Ítaca
pide que el camino sea largo,
lleno de aventuras, lleno de experiencias.
No temas a los lestrigones ni a los cíclopes
ni al colérico Poseidón,
seres tales jamás encontrarás en tu camino
si tu pensar es elevado,
si selecta es la emoción que toca tu espíritu y tu cuerpo.
Ni a los lestrigones ni a los cíclopes
ni al salvaje Poseidón encontrarás,
si no los llevas dentro de tu alma,
si no los yergue tu alma ante ti.
-Cavafis (1911)

 

Cuando la lluvia se te enrede en las botas como alas y meteoros
no desistas.
Tampoco temas de la luna aplastante que se yergue a tus
            espaldas,
ni a las temerosas brisas que se enrojecen como lenguas
            extranjeras.
Ni al temor de las piernas cuando el miedo agita
sus banderas terribles, ni al ocaso y sus colmillos
despuntando en tu cara los instintos.
Sé fuerte y sigue adelante, que el camino envejezca
tus cabellos y que en tus ojos marchen el triunfo
y las antologías. Piensa cuando tengas miedo
en la Inmensidad y la Gran Estrella cobijándote
con las canciones más tersas,
escritas por mi alma, para siempre.

Me enseñaron a escribir y a contar desde los tres años con ayuda de naipes, corcholatas de colores y revistas de ciencia.

Mi televisión (de esas grandotas de madera ) no se veía, así que tenía que imaginarme lo que sucedía adentro, ¡oh imaginación!

La poesía es como un sol, adentro, único y salvado: respirar de sus manos amigas, como de pájaros azules que se vuelan por el cráneo, pisar el pasto seco y el aroma acuarela de los mercados, decir con sus jaulas las negras olas desnudas que me toman por el brazo; el sol ondula por encima, como un pálido disco blanco enjuagado. Cuando no trabajo en mi laboratorio me gusta salir a caminar mucho y visitar el océano, ¡ah! y los efectos psicodélicos de las guitarras jaguar.

Me gustan las puertas viejas y vencidas, los paseos sin sentido y el viento en la cara cuando voy en moto. No me gusta cortarme el cabello.

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