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Cronología nuestra

El engaño del tiempo es cotidiano,
toda la
información
está siempre en el pasado.

Un hubiera se disuelve en el aire mientras imagino cómo sería coincidir en el mismo universo, si nos querríamos más o tal vez menos o si es que nos queremos porque el espacio es una coordenada independiente al tiempo.

De algún modo logramos juntar nuestros días paralelos, sabiendo que las horas en tu reloj eran más cortas y las mías, tan largas, apenas alcanzaban a medir las consecuencias de un futuro incierto.

Hubo vacíos, hubo contados hoyos negros y, de algún modo, a pesar de la diferencia de horas, pudimos ajustarnos y crear una misma línea que miraba ya no de lado, sino derecho.

Cuando le encuentro una lógica exploración a mis recuerdos y reviso las fórmulas que no entiendo, me doy cuenta de que el tiempo es sabio: supo cómo, cuándo y dónde encontrarnos para traernos hasta este lado, el lado donde no existen los segundos, donde no hay teorías relativas ni locos sabios.

Miro el reloj a las dos de la mañana o a las 5 o a las 4. Después te veo fumando a mi lado y hago un lento recorrido por todos nuestros años. Pienso que no importa hacia qué lado giran las manecillas o de qué lado de la cama duermes. No importan la hora, el día, ni el lugar. Pasado, presente o futuro te quiero, a todas horas, con toda el alma, cada minuto de tiempo.

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Escritora. Bruja de oficio, cocinera de palabras por accidente. Cambio de color todo el tiempo porque no me gusta el gris, un poco sí el negro, pero nada como un puñado de crayolas para ponerle matiz al papel. A veces escribo porque no sé cómo más decir las cosas, a veces pinto porque no sé como escribir lo que estoy pensando, pero siempre o casi siempre me visto de algún modo especial para despistar al enemigo. Me gusta hablar y aunque no me gusta mucho la gente, siempre encuentro algún modo de pasar bien el tiempo rodeada de toda clase de especies. El trabajo me apasiona, los lápices de madera No. 2 también; conocer lugares me fascina y comer rico me pone muy feliz. Vivo de las palabras, del Internet y de levantarme todas las mañanas para seguir una rutina que espero algún día pueda romper para irme a vivir a la playa, tomar bloody marys con sombrillita y ponerme al sol hasta que me arda la conciencia. Por el momento vivo enamorada y no conozco otro lugar mejor. El latte caliente, una caja de camellos, una coca cola fría por la tarde, si se puede coca cola todo el día, y un beso antes de dormir son mi receta favorita para sonreír cuando incluso el color más brillante se ve gris. La Avinchuela mágica.
Ilustrador. Me gusta caminar, observar atento, hablar y hablar y hablar, la palidez del otoño y sus colores en el aire, el olor del café y los rincones vacíos.
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