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Dulces sueños

Me bañas con canciones de cuna y nunca me siento sola.
¿Qué clase de hechizo has lanzado sobre mí?

Me matas de hambre y casi me paralizas.
Te miro fascinada como un vampiro.

Nunca había querido despertar a las estrellas,
pero todo lo que hago, lo hago por ti.
Incluso vivir de tus latidos.

Recuerdo aquella vez que lloviste toda la noche,
me regalaste árboles caídos y un huracán.
Alguien murió por habernos dado tan solo un beso.

Fue magia, fue una canción, fue veneno.

Duerme mientras muero y me cobijo entre tu pelo
rodeada de un montón de flores.

Nunca te diré las muchas formas en las que me haces sentir miedo.
Pero si despierto y sigues ahí, no permitas que los búhos dejen de ulular.
Entrégame a la noche y sigue cantándome al oído.

No consigo soñar si no estás.

Escritora. Bruja de oficio, cocinera de palabras por accidente. Cambio de color todo el tiempo porque no me gusta el gris, un poco sí el negro, pero nada como un puñado de crayolas para ponerle matiz al papel. A veces escribo porque no sé cómo más decir las cosas, a veces pinto porque no sé como escribir lo que estoy pensando, pero siempre o casi siempre me visto de algún modo especial para despistar al enemigo. Me gusta hablar y aunque no me gusta mucho la gente, siempre encuentro algún modo de pasar bien el tiempo rodeada de toda clase de especies. El trabajo me apasiona, los lápices de madera No. 2 también; conocer lugares me fascina y comer rico me pone muy feliz. Vivo de las palabras, del Internet y de levantarme todas las mañanas para seguir una rutina que espero algún día pueda romper para irme a vivir a la playa, tomar bloody marys con sombrillita y ponerme al sol hasta que me arda la conciencia. Por el momento vivo enamorada y no conozco otro lugar mejor. El latte caliente, una caja de camellos, una coca cola fría por la tarde, si se puede coca cola todo el día, y un beso antes de dormir son mi receta favorita para sonreír cuando incluso el color más brillante se ve gris.

La Avinchuela mágica.

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