Skip to content

El anhelador

Sé que te pone la mano en la cintura cuando te besa. Por ahora. En dos días la tendrás en tus nalgas todo el tiempo. También sé que tiene mal aliento y cuando se ríe cerca te da un poco de asco. Sé que cuando lo abrazás te parece que sus sobacos huelen un poco agrio y que siempre está sudando frío, como un animal que miente. Sé que tiene las manos fofas siempre húmedas, manos blandas de masturbador crónico; sé que su pelo es el más grasoso y que nunca se lo tocás porque no podés volver a agarrar nada más.

También sé que tiene una erección siempre que te besa y te lo restriega cada vez que quiere, te moleste o no. Sé que se ríe de vos con sus amigos y les dice que tus pezones son así de grandes y de este color más o menos y tus tetas así de blanditas. Sé que detesta a tu mamá pero la trata como su amiga más cercana, la enamora, la desea.

Sé que estás con él porque no sabés. No sabés ni mierda, no sabés lo bonita que sos, no sabés qué te merecés, no sabés que tenés a este bobo anhelante que te ama de verdad, que se derrite por vos, que quiere hacer de vos una mujer de verdad bien amada, bien protegida y bien follada, y maldita sea no sabés que tengo que sonreírle a ese imbécil cada vez que me dice: ¿qué hubo cuñadito, está Marcela?

 

Loading
Escritor/Ilustrador. Diseñador gráfico alma vendida, hedonista de bolsillo vacío, activista de la pereza y los vicios solitarios, nacido en tierra de nadie Santiago de Cali, prosperó en la vida alegre y fue criado en modo experimental, casi como un hámster de ritmos tropicales, con la ternura y los dientes necesarios para dar un par de puñaladas de cariño y el justo pelito afelpado de la embriaguez. Cree que el juicio es una trampa, la cerveza es una dicha y el humor confunde al tiempo; cree que el dinero es para los amigos, los genitales para el viento tibio y un vaso de licor con hielos para mantener el equilibrio en cualquier ocasión que valga la pena. Dibuja desde siempre, con disciplina de borracho -tinta y mugre- y nunca termina nada, no sabe de finales ni de principios ni de la ciencia exacta del éxito. Pero sabe caminar por ahí, encontrando compinches que han iluminado las vueltas de su vida, y le escuchan sus teorías de viejo impertinente, iconoclasta y prostático, a cambio del poco tiempo que nos queda. Amén.
Ilustradora. Erika Posada, aka e.M.a. Publicista, diseñadora gráfica, ilustradora, freelance, libra, adoradora del sol, amante empedernida de los felinos y adicta al sonido que genera el aplastar hojitas y vainas secas en la calle.
Anterior
Siguiente

No pares, ¡sigue leyendo!

El Espíritu

Espíritu

Mi historia fue al revés: nada de pobreza, andar en la calle lavando carros, o salir de una vecindad llena de escuincles llenos…

Caramelos de mantequilla

Grasa

Con su cara llena de alegría y un vestido blanco que le hacía ocultar la gordura, Carlota salía a asediar a sus próximas…

Cordal

Primero fue el texto

Uno por uno íbamos caminando. Sin querer hacíamos una fila, no muy derechita, pero una fila. Recuerdo los hombros del de enfrente y…

Volver arriba