Skip to content

Elevación

Un instante en tu mano me bastó para reconocerte.
Unos minutos en los que el frío se desvaneció y reconocí los síntomas del sosiego.
Conocí la placidez de tu compañía en nuestras largas caminatas a casa y desoí a la impaciencia del tiempo cuando no tiene certeza de los días.
Los años de saber de tu nombre se condensaron de repente.
Un momento.
El momento.
Los días siguientes transformados en besos.

He aprendido a desconocer al miedo, desde entonces. Junto a ti, mis alas se extienden en el aire con seguridad. Entendí que no somos los animales de tierra que creíamos ser:
Sólo somos.
Tú. Yo.

Y volamos en simultáneo.

Escritora. Cafeinómana, observadora, insomne. De ser trapecista caminaría todo el tiempo por las orillas.

Anterior
Siguiente

No pares, ¡sigue leyendo!

La tentación de inexistir

Error

Nunca entendí qué nublaba su corazón; por qué el silencio, por qué la soledad, por qué no quería hablar. Yo era nuevo en…

Bajo una estrella negra

Carnada

Mi amada que no quiere amarme. Mi vida que no puede amarme. Las seduzco a ambas. —Jack Kerouac Kareli, puerta eterna de Calakmul…

Volver arriba