Apaga la luz, vamos a escondernos entre las sombras para arrancarnos la piel y tocarnos uno a uno los músculos del cuerpo. Vamos a respirar aire vivo en este mundo de muertos. Vámonos juntos por el camino de tus venas y mis venas, bebiendo la sangre que resbala lentamente por el cuerpo hasta que se pierde.
Vámonos como siempre, lamiéndonos los huesos hasta no dejar ningún testigo de nuestro amor en este infierno, respirando profundo hasta que el cansancio nos cierre los ojos para quedarnos dormidos en la oscuridad; tú con tu cabeza recargada en mi pecho, yo rendida sin poder robarte nada más.
Vámonos, no tengas miedo.
Por la carne también se llega al cielo.