Skip to content

Humo

La vida es un lugar, definitivamente. Uno puede irse de su vida y regresar más adelante o no volver si así lo desea. Pero lo importante es que se trata de un lugar donde la gente puede pasear a su persona y puede ver cómo los demás pasean a las suyas. Tal vez por eso Gérard de Nerval paseó una langosta ataviada con una cinta azul antes de que lo internaran en un hospital psiquiátrico y mucha gente pasea a sus perros en lugares donde las personas pueden ladrarse unas a otras mientras sus perros conviven. Me agrada esa imagen en que la vida depende de la convivencia, porque permite la existencia de observadores, oyentes, transeúntes, paisajistas, merolicos, voceadores, floristas; aunque existe el problema del poder que tienen los urbanistas, los policías, los gobernantes. La vida, en ese sentido, se parece mucho a la realidad, pero tiene la ventaja de tener reglas más laxas. En la realidad, por ejemplo, resultaría imposible congregar a miles de personas en una plaza pública para iniciar colaborativamente un fuego y observar cómo asciende el humo al cielo sin que esto generara problemas de tránsito, represión policial, difamación mediática. En la vida, por otro lado, parece cada vez más necesario.

Ilustrador. Enrique Cedillo (Cd. de México, 1985). Pintor, ilustrador y arquitecto mexicano. Su obra ha participado en varias exposiciones individuales y colectivas. Como ilustrador, su trabajo más reciente es “Libro (Bucólico/Citadino/Idílico/Infernal)” de la poeta ENE. Ha participado en diversos proyectos como director de arte, y en 2013 dirigió su primer cortometraje junto a Alfonso Ortiz: “Misantropía”, protagonizado por Mario Iván Martínez. Conduce el programa de arte y cultura Violenta Nocturna en radio por Internet.

Anterior
Siguiente

No pares, ¡sigue leyendo!

Depredadora de futuros

Futuro

Llevo un mes con las neuronas llenas de futuro y caracoles. Me parece que soy un personaje de ciencia ficción sin nombre ni…

La pena de siempre

Confianza

Todos creíamos que jugaba a ser ciego pero no, no era un juego. En el seminario, pronto nos contaron su historia. Se le…

Volver arriba