Queriendo devorar al mundo con los ojos pasamos la vida viendo todo, comiéndonos con la mirada cada rincón del planeta. Menos al cielo, a ese nunca lo observamos. Parece que imaginar mirar estrellas, y entre ellas viajar, es errar. Si no fuera por mi complejo de Diosa a mí tampoco me importaría mucho el delirio del sueño guajiro que representa el no ver lo que todos ven sino lo que yo misma deseo. Así entonces, me disfrazo cada noche, cambiando mi persona por un yo alternativo y salgo a caminar vestida. No me gusta joder a nadie pero a veces la gente se molesta, se espantan al verme andando así, y sobre todo de noche, le da pánico a todos… menos a un chico. No sé quién es pero todas las noches lo encuentro y, paseando a sus perros, sólo me mira y sonríe pero nunca dice nada. Es la única persona, además de mis padres, que al verme no me toma por loca. Creo que hoy le hablaré. Le voy a preguntar si le gusta mi disfraz y le diré que si quiere, le puedo hacer uno para él. Quién sabe, igual y me contesta que sí y para mañana en la noche ya somos dos locos andando por la colonia vestidos de animales. Bye amikos.
