Skip to content

La hiedra

Y por qué no me miran, por qué vuelven la cabeza cuando paso por su lado, por qué evitan dirigirme la palabra cuando trato de acercarme o responden sí, no, no lo sé, a las preguntas que les hago.

Ay, si las cosas fueran diferentes. Si tan sólo fuesen un poco más amables conmigo. ¿Acaso es pedir demasiado? Entonces no haría falta que les clavara mis espinas. La fragancia que desprendo no nublaría sus sentidos. Mis dedos no se cerrarían alrededor de sus gargantas, tan frágiles, tan fascinantes. Y entonces podrían probar un poco de mi carne, y yo un bocado de la suya, sólo uno, y bailar abrazados durante horas y sin música como bailan los amantes y los locos.

 

Loading
Anterior
Siguiente

No pares, ¡sigue leyendo!

Cuando me muera quiero oler a perro

Comodidad

Existen una y mil razones por las que debo dar las gracias al universo; a la mente siempre vienen la familia, la salud,…

Mutílame

Ansiedad

Enlodado como siempre en el pantano de mis angustias, hundido, inmundo y casi diluido en el olvido de tu memoria, el jueves decidí…

Un poema por hora

Alquiler

Así pasó el martes apretado, donde la lluvia acompañó la tarde, deshilachando cada palabra entre cervezas y ruido. Un par de señoras querían…

Volver arriba