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Maxina

Después de una década se sentía finalmente aceptada y contenta. El abrazo constante de su hombre y las tareas comunes de la casa se habían convertido en hábitos que sostenían indefinidamente la sonrisa de su cara. Pero ella no es como las demás y, por escondido que tuviera su concepto de futuro, el día que debía llegar terminó llegando antes que después.

El accidente fue fatal, un vecino empático tuvo la decencia de comunicárselo. Maxina se quedó de pie, sostenida en la isla de la cocina, por cuatro días. Al quinto día llegó Juliana, la hija de su novio. A Maxina, inexplicablemente, le temblaron las piernas.

Juliana llegó con un comprador de Mercadolibre y sin siguiera dirigirle la palabra a la pobre convaleciente apretó uno de los botones bajo la axila izquierda.

—Ahí está, uno de los mejores modelos que existen. ¿Cómo lo ves?

—A ver… si se vuelve Adán me lo llevo de una.

El desconocido mantuvo presionado el mismo botón y ejecutó un comando de voz.

Maxina, antes de que su memoria fuera borrada y sus nanites se reconfiguraran violentamente para convertirla en Adán, buscó en el techo un cielo divino.

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Tras ganar su primer premio en efectivo, cambiarlo por brandy y cerveza y beberlos con sus rivales, descubrió su pasión por las letras y que la sopa en realidad sí es un buen alimento ...
Ilustradora. El color es una constante en mi trabajo. Algo tan cotidiano, para mí se transforma en un algo único, ilimitado, sin horizontes visibles, en algo infinito que puede introducirse en un formato simple como el papel. Desde mis emociones más íntimas hasta mis estados de ánimo están contenidos en los trazos, los únicos a los que no puedo mentir ni engañar. De ahí que cada pieza tenga un énfasis particular en cada trazo, en cada mancha, en cada rayón, en cada línea, aunque tengan la apariencia de un accidente. Cada accidente está premeditado. La experimentación con los materiales es otro recurso que uso para destacar detalles. No tengo un tema específico pero me gusta dibujar mujeres y gatos o un híbrido de ambos; la mayoría de las veces dibujo lo que imagino. Todas mis ilustraciones guardan una parte de mí: en ocasiones, secretos e historias no contadas, sueños e invenciones de personajes que no podrían existir en otro lugar más que en mis trazos y mente. Sin embargo, todas están siempre abiertas al público para dar pie a que cada espectador pueda crear su propia historia, sus propios personajes, para que inicien una nueva narrativa. A la edad de 24 años, soy egresada de la Escuela Nacional de Artes Plásticas –de la Licenciatura de Diseño y Comunicación Visual– y de la Academia de San Carlos con un Diplomado en Arte Contemporáneo. Actualmente me dedico a la ilustración y la docencia.
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