Mis manos han vivido más que yo. En ellas deposito mi confianza. ¿Si no fue con manos expertas, con qué?/El demiurgo nos moldeó. Recoges la flor hermosa de temblorosos llantos. Entre tus manos la tomas y alzándola dices: «Se abren los pétalos, dejando al descubierto el núcleo de su majestad flor/Porque confían plenamente en la bondad del sol». Si llegara a picarte una abeja el dedo, ¡muérdetelo! Que no te duela que lo tengas inerte. Tras la parábola del arcoíris corre/Donde los dedos del demiurgo chapotearon alegres para darnos color.
Rebil-Coret
Escritor. Se dedica actualmente a hacer sándwiches con el cubre y porta objetos. En el laboratorio analiza muestras de su propia saliva para observar paisajes que luego describe literariamente.
El vanidoso
Despertó en el hospital. Lo despertaron unas voces. La enfermera. Al verla lo supo. Supo que todo había cambiado en su vida, no…
Incertidumbre
No me digas que siempre eres el mismo. Que el mismo que despierta junto a las deudas es el mismo que se duerme…
Cómo se grabó el vacío
La pequeña grabadora grabó hasta el último rincón de la cinta. Aquella canción sin letra y sin afanes, que no hace más que…




