La obscuridad de la medianoche acariciada apenas por la displicencia de faroles lejanos, un ferrocarril de vocales eróticas que atraviesa con dificultad las vías de la garganta, piel erizada y vellos como bigotes felinos capaces de sentir el peso de un fotón, la expansión del Bósforo de Almasy que bloquea momentáneamente la respiración y la razón, las arcadas, la boca abierta, la boca cerrada, la boca abierta, la curva exponencial entre velocidad y deseo, la duda de continuardetenerseterminar, el suspiro áspero que releva la tensión de los músculos, la lengua que humedece los labios desierto, el trago de saliva que escala en reversa, la mano independiente, la curva exponencial entre velocidad y ganas, la mano que sube y baja en aceleración constante, la fuerza de agarre que lastima, el grito de hombre lobo silencioso, los ojos blancos, el líquido vital que vuela por los aires. La sinrazón, el éxtasis, la glorificación y el abandono.
El periódico dijo 42, pero él cree que fueron más de 50.