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Perro con collar de perlas

Supongo que aún te cuesta algo de trabajo caminar con esos tacones, pero te sienta muy bien la comodidad de ese collar de perlas. No me he acostumbrado a mirarte de frente, pero así es más fácil.

Ahora podemos hacer todo eso que queríamos cuando sólo eras un ser humano común; podemos dejar los prejuicios y entendernos. Pienso que tardaste mucho en convertirte en ti.

Te miro y te veo tan distinta, tan relajada, más feliz; ahora solo ladras cuando estás enojada, que pasa muy poco, y has dejado de preocuparte por todo. Me quieres todo el tiempo y me escuchas como si de verdad te importara todo lo que tengo que decirte.

Aunque siempre fuimos buenas amigas, la verdad es que me tenías harta con tu forma de opinar sobre mi vida. Pensaba que tal vez, si comieras menos pescado y más galletas tu mal aliento desparecería, junto con tu apatía y tu mal humor.

Y mientras te escucho, siendo menos mujer y más perro, me doy cuenta de que todos debemos esperar por nuestra correcta transformación. Nada sucederá si nos quedamos echados en el sillón esperando que nos crezca el pelo. Para convertirse en perro hay que querer serlo.

Y así, mientras nos contamos historias viejas en la barra y fumamos cigarrillos aunque esté prohibido, me imagino en lo que me espera y en qué me convertiré yo…

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Escritora. Bruja de oficio, cocinera de palabras por accidente. Cambio de color todo el tiempo porque no me gusta el gris, un poco sí el negro, pero nada como un puñado de crayolas para ponerle matiz al papel. A veces escribo porque no sé cómo más decir las cosas, a veces pinto porque no sé como escribir lo que estoy pensando, pero siempre o casi siempre me visto de algún modo especial para despistar al enemigo. Me gusta hablar y aunque no me gusta mucho la gente, siempre encuentro algún modo de pasar bien el tiempo rodeada de toda clase de especies. El trabajo me apasiona, los lápices de madera No. 2 también; conocer lugares me fascina y comer rico me pone muy feliz. Vivo de las palabras, del Internet y de levantarme todas las mañanas para seguir una rutina que espero algún día pueda romper para irme a vivir a la playa, tomar bloody marys con sombrillita y ponerme al sol hasta que me arda la conciencia. Por el momento vivo enamorada y no conozco otro lugar mejor. El latte caliente, una caja de camellos, una coca cola fría por la tarde, si se puede coca cola todo el día, y un beso antes de dormir son mi receta favorita para sonreír cuando incluso el color más brillante se ve gris. La Avinchuela mágica.
Diseñadora gráfica e ilustradora del instituto departamental de Bellas Artes de Cali, Colombia. Creo y dibujo cuanta cosa se me ocurre y aquí se las dejo esperando que las disfruten.
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