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Pincho interestelar

La misma ansiedad que conectó ese día a Venus con Júpiter en el mismo momento en el que el penúltimo destello de sol le daba de lleno a esta ciudad ambiciosa; esa misma ansiedad y ese mismo destello que penetraron su lado oeste, los árboles de su barrio más normal e involucraron inmediatamente al edificio «Peñas del viento» y más específicamente a la pareja que copulaba con frenesí de perrito faldero en el pasillo, al frente del apartamento 523, asustados vecinos copulándose por primera vez; esa misma ansiedad y ese mismo rayo de sol y ese mismo Venus y ese mismo Júpiter inevitablemente vinculados a la piel de la mujer, a su pierna temblorosa en la que agonizaba un espermatozoide moviendo su cola al aire libre, muriendo heroico con esa misma ansiedad.

 

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Escritor/Ilustrador. Diseñador gráfico alma vendida, hedonista de bolsillo vacío, activista de la pereza y los vicios solitarios, nacido en tierra de nadie Santiago de Cali, prosperó en la vida alegre y fue criado en modo experimental, casi como un hámster de ritmos tropicales, con la ternura y los dientes necesarios para dar un par de puñaladas de cariño y el justo pelito afelpado de la embriaguez. Cree que el juicio es una trampa, la cerveza es una dicha y el humor confunde al tiempo; cree que el dinero es para los amigos, los genitales para el viento tibio y un vaso de licor con hielos para mantener el equilibrio en cualquier ocasión que valga la pena. Dibuja desde siempre, con disciplina de borracho -tinta y mugre- y nunca termina nada, no sabe de finales ni de principios ni de la ciencia exacta del éxito. Pero sabe caminar por ahí, encontrando compinches que han iluminado las vueltas de su vida, y le escuchan sus teorías de viejo impertinente, iconoclasta y prostático, a cambio del poco tiempo que nos queda. Amén.
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