Tengo la piel sensible, sobre todo la pelvis y justo donde se corta la nalga. Me salen morados fácilmente y con cualquier rasguño se me inflama y enrojece. El frío me comprime, hace que se me corte la respiración y el fuego me saca gritos. La obscuridad me causa angustia, soy como claustrofóbica. No moverme me altera, me vuelve medio esquizofrénica, o sociópata, no sé, je. Sí soy como sensible, pero el asunto complejo lo tengo acá adentro, en la cabeza. Tengo la puta cabeza de una puta loca, en serio, no sabes cuántas cosas se me mezclan y revuelcan y atraviesan cuando me pongo loca. Aprieto los dientes, se me van de paseo las pupilas, me sudan las orejas y hasta me golpeo la cabeza. Ahora, ser así de sensorial no lo es todo, me gustan las cosas apretadas, lisas y presuntuosas; negras, de preferencia. Y para eso tengo buen gusto. Además hago gimnasia desde los 6 años y nunca he dejado de hacer ejercicio, la flexibilidad es un factor clave y estar saludable evita que me dé un paro cardiaco, je. Puf, con decirte esto ya ando toda mojada, ¿te sigo diciendo? ¿O mejor te grito para que me agarres a cachetadas o me nalguees como bebecita?
¿Palabra de seguridad? Podría ser “hiperesternocleidomastoide- itis” o “dimetilaminofenildimetilpirazolopeco” o una cosa así bien difícil de pronunciar, la verdad es que hasta preferiría no tener una.