No sé qué derramó el taciturno vértigo.
Lo que sé es que mi pulso iba en escalada. Que me avivó la entrepierna el sonámbulo relente de su palma encendida. Que la noche sabe hilar amoríos circenses, actos de magia, malabares de bruma.
Lo que sé es que el tiempo bailará pérdidas sobre el rescoldo del espejismo. Que su luz es nostalgia residual.