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Vello Amor

A veces el amor es tan ágil que nubla los sueños de colores, desviste las pieles en trocitos-texturas de rojo y los calcetines cambian de forma a las dos de la mañana.

Una habitación perfumada de sexo a las tres menos veinte es testigo del movimiento de caderas disléxicas que se frotan la espuma en sus cuerpos de estropajo.

Gemidos tartamudos que se escapan por los muros llenos de verde limón, mientras los insectos deciden vivir la adrenalina de la noche sobre el moho del tejado, desde ahí observan silenciosos el carnaval de fluidos compartidos que escurren y se evaporan allá abajo.

Sonidos festivos desaparecen en las gargantas de los amantes que se ahogan en su propia saliva; mientras uno aúlla el otro brama y se destrozan las últimas venas de su vello amor. Los corazones anestesiados aparecen de rodillas en el escenario orgiástico del hambre pilonidal y la animalidad penetra jadeante sus propias pesadillas.

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Lleguemos a un acuerdo, tú me lees, yo te escribo. «Había noches en que todo el mundo estaba como esperando algo y yo me sentía como un nómada fracasado, de esos que van a todas partes sin llegar a ningún lado.» Escribo «adios» sin acento para que no suene a despedida.
Es una niña-niño-cosa que le gusta mucho el penecito, la puchita, las nalguitas, los huevitos… En ocaciones se trasviste de mujer, pero casi siempre es quimera. Le gusta mucho el helado de chocolate, el quesito, las palomitas de maíz, pero lo que más le gusta en TODA su vida es picarse la pucha, le encanta acariciarla y frotarse el clítoris hasta que éste le arde y hasta que poco a poco comienza a escurrirse pensando muchas veces en… TI, o en ella/él/eso comiéndotela o comiéndosela. Rurru es egresadx de la Facultad de Artes y Diseño de la UNAM, vive en México D.F. en un lugar muy lejano, cerca del bosque. Y cuando menos te lo esperes estará allí dónde tú estás conviviendo con tus amiguitxs, tratando de picarte el culito 😀 Cuando esto suceda, sólo te doy un pequeño y sabio consejo: NO HUYAS, puede que te guste.
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