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Verijas

El calor que había sostenido todo el maldito día sobre su espalda dolorida se resumía –se condensaba– en esa gota de sudor que bajaba incauta y perezosa por su perineo y se descolgaba por sus bolas aterradas, terminando de inundar el calzoncillo asfixiado hace muchas horas por la más increíble impaciencia.

La maldita gota hacía su infame recorrido en cámara lenta, dejando a su paso una cosquilla devastadora que tenía que ser aguantada a toda costa dado que el menor movimiento revelaría su posición y perdería lo que tanto había cuidado estas trece horas de sol y angustia.

El paladar seco de perro muerto, las palmas de las manos siempre sudorosas humedeciendo la máquina, la vejiga repleta y el incontenible sudor, el aterrador charco de sudor debajo suyo, le provocaban morirse ahí en el centro mismo de la canícula, entre el pasto los grillos y el vapor, y pensó que tal vez estuviera ya medio cocinado, tal vez era un pedazo de comida llegando a su punto, tal vez nada importaba ya.

Se levantó lento, adolorido y empapado, soltó la cámara vencido ya por el despropósito y las bañistas comprendieron que no lo podían dejar ir vivo a que expusiera sus múltiples vergüenzas.

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Escritor/Ilustrador.
Diseñador gráfico alma vendida, hedonista de bolsillo vacío, activista de la pereza y los vicios solitarios, nacido en tierra de nadie Santiago de Cali, prosperó en la vida alegre y fue criado en modo experimental, casi como un hámster de ritmos tropicales, con la ternura y los dientes necesarios para dar un par de puñaladas de cariño y el justo pelito afelpado de la embriaguez.

Cree que el juicio es una trampa, la cerveza es una dicha y el humor confunde al tiempo; cree que el dinero es para los amigos, los genitales para el viento tibio y un vaso de licor con hielos para mantener el equilibrio en cualquier ocasión que valga la pena.

Dibuja desde siempre, con disciplina de borracho -tinta y mugre- y nunca termina nada, no sabe de finales ni de principios ni de la ciencia exacta del éxito. Pero sabe caminar por ahí, encontrando compinches que han iluminado las vueltas de su vida, y le escuchan sus teorías de viejo impertinente, iconoclasta y prostático, a cambio del poco tiempo que nos queda.

Amén.

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