Te imaginas estar así para siempre. Suspendidas en el dulce letargo de las tres de la tarde.
¿Te has fijado cómo todas la mujeres de las revistas salen con la boca entreabierta? Sí, como si estuvieran cansadas de comerse una verga; mitad con ganas, mitad con asco.
¿Me querrás aun después de que las bichas hayan muerto? Hace calor. A veces se me antoja un té de durazno o uno de melocotón, como tus pechos. Aún no sé cuál es la diferencia entre uno y otro, entre las frutas, quiero decir, a tus tetas las reconocería sin dudar un segundo.
Me gusta la luz que entra por la ventana. Recuerda que debemos cambiar ese cartón por un vidrio de verdad, el aire comienza a colarse. ¿Alguna vez escuchas lo que tengo que decirte? Ya te dormiste. Entonces, te beso.
