Skip to content

Zombi

Déjame morder mucho tiempo las enredaderas de tu memoria, pesadas y ocultas. Cuando mordisqueo tus neuronas invisibles y rebeldes me parece que como recuerdos.

Me invade un sabor intenso, mezcla de ágata y metal. A un paso de quedar intoxicada, un aire caliente atraviesa mi garganta: es el veneno de tus pensamientos. Deseo combinado con horror, una rara agonía.

Mientras más vacío el contenedor de tu lucidez, más deliciosa y áspera resulta mi tortura. Mastico tu dolor y paladeo tu regodeo. Un suculento plato de repasos que marido con un trago de aguardiente.

Tu cerebro, siempre complejo, a punto de estallar en el desequilibrio. Eres mi demente, mi pequeño maniaco de miradas perdidas que se confunden en el límite de la esquizofrenia. Un coctel de antidepresivos para detener la revolución que es tu cerebro.

También los llevo en la lengua y el estómago se confunde pues prefiero tu estrés mental, el que imagina, el que crea, el que duele pero se apasiona.

Déjame probar mucho tiempo tu locura. Nadie te entiende, nadie te sabe, excepto yo.

Loading

Escritora. Bruja de oficio, cocinera de palabras por accidente. Cambio de color todo el tiempo porque no me gusta el gris, un poco sí el negro, pero nada como un puñado de crayolas para ponerle matiz al papel. A veces escribo porque no sé cómo más decir las cosas, a veces pinto porque no sé como escribir lo que estoy pensando, pero siempre o casi siempre me visto de algún modo especial para despistar al enemigo. Me gusta hablar y aunque no me gusta mucho la gente, siempre encuentro algún modo de pasar bien el tiempo rodeada de toda clase de especies. El trabajo me apasiona, los lápices de madera No. 2 también; conocer lugares me fascina y comer rico me pone muy feliz. Vivo de las palabras, del Internet y de levantarme todas las mañanas para seguir una rutina que espero algún día pueda romper para irme a vivir a la playa, tomar bloody marys con sombrillita y ponerme al sol hasta que me arda la conciencia. Por el momento vivo enamorada y no conozco otro lugar mejor. El latte caliente, una caja de camellos, una coca cola fría por la tarde, si se puede coca cola todo el día, y un beso antes de dormir son mi receta favorita para sonreír cuando incluso el color más brillante se ve gris.

La Avinchuela mágica.

Anterior
Siguiente

No pares, ¡sigue leyendo!

La nena en el sofá

Futuro

Marina observa con atención, y por varias horas al día, el afiche que pegó en la pared de la sala. Se lo compró…

Volver arriba