Hoy amanecí con la furia escondida en la memoria, esperando el momento oportuno para morderme el alma.
Se despertó ese odio añejo que aguarda cualquier excusa para cegarme la razón.
Amanecí reprochándole a la vida el ser una mala compañera que me deja a merced de la perversa condición humana, que no es una atinada consejera en tiempos de borrasca.
Desperté con la certeza de no volver la vista atrás, amanecí con la decisión de quitarme el lastre de tu indiferencia y con el firme propósito de exiliar tu sombra al desierto del olvido.
Hoy amanecí con la furia hirviente de ser yo mismo.