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Para otro día

Luis, desde sus seis años de experiencia en el mundo, mira un cartel pegado en la pared de su colegio. Debajo de la ilustración se puede leer el nombre de una obra de teatro y los datos sobre sus presentaciones. En realidad, Luis no entiende la imagen ni trata de asociarla con el título de la obra. Más bien le sorprenden algunos detalles, como el moño rojo que lleva el sujeto del chaleco; en la mente del niño ese moño podría ser parte de un disfraz, podría girar o lanzar chisguetes de agua para hacer reír al público, aunque en la realidad tenga otra razón para estar ahí, una razón que Luis desconoce. Entonces, asombrado, recorre con la mirada cada uno de los detalles, haciéndose una larga serie de conjeturas. ¿De verdad la muchacha irá a comerse su propio ojo? ¿Qué lame de la cuchara ese señor? ¿El tipo con los calzones de corazones será el dueño de la prenda? Luis piensa que, de ser su dueño, él no se los pondría, mucho menos para que la gente se los viera puestos, que este tipo hace bien en llevar máscara: ¿qué pensarían sus papás si lo vieran así?

Qué lluvia tan inoportuna. ¿Cómo caer en ese momento? De no hacer algo, el agua arruinará el cartel. Luis tendrá que dejar esto para después. Ya pensará todo esto en otra ocasión, por lo pronto arranca el cartel de la pared, lo enrolla y guarda en su mochila para llevarlo a casa. Antes de partir, Luis jala su cinturón para asomarse dentro de los pantalones. «No entiendo, ¿por qué corazones?», piensa.

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Músico, escritor, lector, cinéfilo, melómano, hijo, primo, hermano y amigo nacido en la ciudad de México un hermoso y soleado miércoles 29 de febrero de 1984. Gusta de todas las formas de la imaginación y del humor sin discriminación alguna. También disfruta ocasionalmente de una buena novela policiaca. Sostiene que la escritura literaria es una búsqueda donde la voz del escritor debe ser la única constante. En alguna reunión llegó a afirmar: “Puedo suscribirme a cualquier corriente de pensamiento, siempre y cuando sea lo bastante corriente”. No ha recibido ninguna distinción literaria, pero ha otorgado dos títulos de “Abuela Honoris Causa” hasta el momento. El primero a Susan Sontag por su labor crítica y, sobre todo, por esta fotografía; el segundo a Wisława Szymborska por su obra poética y por la persona que imagina detrás de esos poemas. Participó en el proyecto de investigación de literatura policiaca “Crimen y ficción”. Actualmente escribe una columna mensual de cine para la revista Síncope, mantiene el blog “Antología (no tan) arbitraria de textos” y toca la guitarra en la banda mexicana de swing Cotton’s.
Diseñadora gráfica e ilustradora del instituto departamental de Bellas Artes de Cali, Colombia. Creo y dibujo cuanta cosa se me ocurre y aquí se las dejo esperando que las disfruten.
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