Los recuerdos los fueron borrando los años y los excesos.
Algunos se perdieron inexorablemente. Otros permanecen, fragmentados.
Mamá llorando junto a la ventana con el sol de las 6 de la tarde.
El programa favorito de mamá en la televisión.
La puerta del cuarto de mamá, entreabierta, a una distancia que acepto exagerada.
Recuerdo que dejé de contar los segundos sin respirar después de 30.
Y luego, de golpe, dejo de recordar.