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Íncubos y súcubos

Escucho murmullos, quejidos, gritos, y no son fantasmas, sino otras mujeres. Yo sólo espero que él venga y se lleve lo que me queda de digna. Me comporté. Fui puta. Fui su porno dama. Aquí me tiene, encerrada, con sobredosis de soledad. Paciente. Sé que si logra abatirme no volverá a probarme, y guardo la esperanza de volverlo a sentir teniéndome entre sus piernas. Me vendrá a encontrar ya muerta para chupar mis huesos. Y en el otro mundo, tendré un orgasmo eterno de cuerpo no presente.

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Soñador. Escritor con los ojos abiertos. Mirada en la espalda. Aprendió a vivir las calles, los buenos tacos y el sudor de las mujeres. México es un puñal clavado en su espalda.
Ilustrador. Soñó que se caía, pero se agarró de un lápiz.
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Magna

Espíritu

Ana camina entre la multitud enardecida hacia las puertas del Senado y, como si fuera una boda militar, todos le ceden el paso…

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