Escucho murmullos, quejidos, gritos, y no son fantasmas, sino otras mujeres. Yo sólo espero que él venga y se lleve lo que me queda de digna. Me comporté. Fui puta. Fui su porno dama. Aquí me tiene, encerrada, con sobredosis de soledad. Paciente. Sé que si logra abatirme no volverá a probarme, y guardo la esperanza de volverlo a sentir teniéndome entre sus piernas. Me vendrá a encontrar ya muerta para chupar mis huesos. Y en el otro mundo, tendré un orgasmo eterno de cuerpo no presente.
Soñador. Escritor con los ojos abiertos. Mirada en la espalda. Aprendió a vivir las calles, los buenos tacos y el sudor de las mujeres. México es un puñal clavado en su espalda.
Escalada libre
Las veces que estuvimos en las profundidades, en el silencio de las paredes frías. Las noches que estrellamos los gritos en cal hasta…
María del Socorro
En las lenguas amarradas de una ciudad gigante cohabita la simple luz de una mujer desesperada. Los tintes grises de la existencia entran…