-Mira, Katia, eso que ves allá a lo lejos, no es una pintura, sino tu querido Moscú.
-¿Lo dices en serio? Jamás creí que un artista tan vilipendiado como tú pudiera cumplir mi sueño de regresar a mi ciudad natal luego de trabajar veinte años como prostituta en tu país.
-Ve a recorrer tus calles. Yo suspiraré porque mi ciudad acaba de perder a una de sus mejores putas por dinero. No lo hice para que fueras feliz, sino para seguir pintando en mi infelicidad.