Él la detestaba, pensaba que era una estúpida.
Después descubrió que hace tres años sus papás se divorciaron, que esa fue causa directa para que la dejaran manejar desde los 15. Que por ser un mal divorcio sus papás no querían verse ni en pintura y que terminó siendo ella la que manejaba los domingos para ir con su hermanita a la casa de su papá. Que su mamá se volvió una madeja revuelta de nervios, que se volvió más mamá que su propia madre para su hermanita, que aguantó dos años sumándose responsabilidades, que se aguantaba las ganas de llorar y gritar, que escuchaba música a todo volumen y se fumaba un joint de vez en cuando para relajarse. Que un día vio a su hermanita triste y desorientada y decidió llevársela para Six Flags sin avisarle a nadie. Que en la noche de vuelta a casa una camioneta las chocó y las mandó para una zanja. Que ella perdió el conocimiento. Que el que las chocó se voló y nadie supo de ellas en 6 horas. Que su hermanita se quedó atrapada con el cinturón y por una herida, no muy grave pero algo profunda, se desangró poco a poco en más o menos 5 horas. Descubrió que ella se culpa, que no quiere relacionarse con nadie, que odia a sus papás y se odia a sí misma. Que odia la diversión, que odia los coches, que odia a los estúpidos adolescentes y las putas fiestas. Que guarda un poquito de las cenizas de su hermana en un relicario. Que la saluda y le habla entre clases.
Ahora él no puede dejar de notarla cada que está cerca. La saluda siempre y de vez en cuando le regala un chocolate.