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Ella lo sabe. Me ha visto sobre la barda de su casa desde hace ya unas semanas. Ella sabe que la escucho, ella sabe que la huelo. Por eso su ropa está al revés. Por eso se arma con cruces. Por eso araña el monte. Por eso todos los días busca, escarba. Para robarme los ojos, para impedir que yo siga siendo este escalofrío que traspasa su ventana.

Ella sabe que en cualquier momento perforaré su noche.

 

 

En una vida anterior fui encargada de un videoclub en Ciudad Juárez, actriz de teatro: bolero, ángel, diabla, preciosa ridícula, cantante, abogada, mujer fatal, vividora, loca, desahuciada, princesa, bruja, rata bailarina, niña, niño, tortuga, anciana…; modelo, ayudante de un mago y faquir, vendedora de amuletos cósmicos en ferias del pueblo, vendedora de tiempos compartidos, asistente de un psiquiatra bebedor, mesera con escote amplio, telefonista de call-center, paseadora de perros, guionista, correctora de estilo, redactora publicitaria y estratega de contenidos web. Ahora vivo reencarnada en mí.

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