Aquella pintura de Manet… ¿Tenía barcas? ¿Flores? ¿O tal vez era un paisaje?
No lo recuerdo. Apenas como bruma inapresable, encuentro destellos de su esencia. Evoco más nítidamente las paredes blancas que nos contuvieron en aquellas tierras de flores de naranjo… No retengo ya el cuadro de Manet, ni tus manos en mi cuerpo ni tus besos, tampoco la sensación de aquel amor inexistente.
¿Qué si fue un error?
No.
Pero sólo me queda esta irrealidad que me regaló el olvido.
