Skip to content

La gran impostura

No me gusta reír. No le veo la gracia a nada de lo que ocurre por aquí. Ni siquiera la ingenua estulticia de don Martín me provoca algún tipo de simpatía. Y no es que sienta que corre por mis venas algún tipo de sangre aristócrata, no, soy igual de vano e intrascendente, estúpido como todos; comida para los gusanos. Si tan sólo supiera quién fue el primer hombre al que se le ocurrió creer que esa sensación de divinidad, que esa reiterada voz en la cabeza era prueba de su existencia, del sí mismo que así como nace muere.

¿Quién, quién carajos confundió el efecto con la causa, quién el fin con el principio, el camino con el caminar?

Loading
Escritora. «Larga y ardua es la enseñanza por medio de la teoría, corta y eficaz por medio del ejemplo.» –Anónimo
¡Hola! Soy Esther. Nací y crecí en el norte del país, donde la bonita tradición del shopping, el cable en inglés, la artesanía mexicana, el anime del 7 y la música de los Beatles marcaron mi adolescencia y mi trabajo. Enjoy.
Anterior
Siguiente

No pares, ¡sigue leyendo!

El lazo

Espíritu

El perro de mi vecino me parece un animal muy estúpido y, sin embargo, sumamente afortunado. Qué lugar común, lo sé. Pero esta…

Volver arriba