En mi breve catálogo de sueños existe uno en especial que me trae malos recuerdos. En él, contesto un viejo teléfono que tiré a la basura hace más de diez años para encontrar del otro lado la voz lejana y mecánica de mi padre que me dice que me ama, frase que se vuelve horrible dicha con esa tesitura inexpresiva tan suya. (Supongo que esa personificación de su voz se debe a que está muerto desde hace tiempo). En ediciones posteriores de este sueño, tiene que contestar otra persona, puesto que yo me rehúso a escuchar esa mentira una vez más: algunas veces es uno de mis hermanos; otras, cuando caigo en cuenta de que estoy dentro de este sueño ya tengo el auricular en la mano y escucho reiteradamente “te amo, quiero que lo sepas”. Sin embargo, en las apariciones más recientes de este escenario por fin he logrado dejar que suene ininterrumpidamente por largas horas el teléfono. Veo cómo se sacude y escucho rebotar su sonido por toda la casa, mientras quien sea que me acompañe me pregunta si no pienso contestar, porque sabe que es para mí, y que soy yo, disfrazado de mi padre.
Músico, escritor, lector, cinéfilo, melómano, hijo, primo, hermano y amigo nacido en la ciudad de México un hermoso y soleado miércoles 29 de febrero de 1984. Gusta de todas las formas de la imaginación y del humor sin discriminación alguna. También disfruta ocasionalmente de una buena novela policiaca. Sostiene que la escritura literaria es una búsqueda donde la voz del escritor debe ser la única constante. En alguna reunión llegó a afirmar: “Puedo suscribirme a cualquier corriente de pensamiento, siempre y cuando sea lo bastante corriente”.
No ha recibido ninguna distinción literaria, pero ha otorgado dos títulos de “Abuela Honoris Causa” hasta el momento. El primero a Susan Sontag por su labor crítica y, sobre todo, por esta fotografía; el segundo a Wisława Szymborska por su obra poética y por la persona que imagina detrás de esos poemas.
Participó en el proyecto de investigación de literatura policiaca “Crimen y ficción”. Actualmente escribe una columna mensual de cine para la revista Síncope, mantiene el blog “Antología (no tan) arbitraria de textos” y toca la guitarra en la banda mexicana de swing Cotton’s.
Ilustrador. De manera que el único remedio, en espera de que llegue el asalto final, es volver la mirada a lo extraordinario, lo único que todavía nos puede salvar. –Walter Benjamin
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