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Rompecabezas

Tenía el sol y el caracol mordiéndole la oreja, el pecho amable para recibir mi peso. Su cintura escapular era la tregua para descansar la boca en mi subida, en mi descenso.

Tenía el paso aéreo que lleva a todos lados, los ojos manos para despertarme los mareos.

Tenía el bálsamo, la brasa, la respuesta, el tapete volador en sus mil lenguas.

 

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En una vida anterior fui encargada de un videoclub en Ciudad Juárez, actriz de teatro: bolero, ángel, diabla, preciosa ridícula, cantante, abogada, mujer fatal, vividora, loca, desahuciada, princesa, bruja, rata bailarina, niña, niño, tortuga, anciana…; modelo, ayudante de un mago y faquir, vendedora de amuletos cósmicos en ferias del pueblo, vendedora de tiempos compartidos, asistente de un psiquiatra bebedor, mesera con escote amplio, telefonista de call-center, paseadora de perros, guionista, correctora de estilo, redactora publicitaria y estratega de contenidos web. Ahora vivo reencarnada en mí.

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Los matices de la pena

Pena

Amanece en color sentencia de muerte: oliendo a madre agonizante de aflicción y familia y amigos avergonzados. Quedó por ahí, una noche rancia…

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