Primero comenzará a salirte pelo donde antes no tenías pelo, pero no sólo eso, tendrás pelo de colores, colores brillantes que se iluminan con la luz del sol.
Después, y esto te dolerá un poco, empezarás a sentir una ligera molestia en la parte baja de la espalda, lo que te obligará a encorvarte y comenzar a caminar en cuatro patas.
Lo peor es el dolor de cabeza y es que no es uno como cualquiera. Te dolerá la frente. Eso es cuando el cuerno empieza a salir. La punta rasgará tu piel, así que verás caer unas pequeñas gotas de sangre morada, casi como lágrimas, pero nada que un algodón con árnica no pueda resolver. Así estarás por unos días, como cuando está por salirte una muela nueva; tu quijada se abrirá y se romperá, pero ese dolor pasará pues tus pies comenzarán a convertirse en pezuñas; se te caerán las uñas y los dedos. Tu piel será suave y brillante y caminarás ligero.
Todo eso es la parte fea, la más desesperante. Seguramente querrás dar marcha atrás pero no te desanimes, pues luego de unos días de sufrimiento viene lo mejor: cuando te des cuenta serás un unicornio.
Te lo advierto, necesitarás herraduras de las especiales para poder, de vez en cuando, regresar al suelo. El proceso será duro y agudo, pero todo lo que causa al menos algo de placer trae consigo algo de dolor. Resiste.
Verás que cuando dejes tu cuerpo toda la magia se hará realidad.
Siempre sé tú, a menos que puedas ser un unicornio: entonces siempre sé un unicornio.