Abuelito, para cuando escuches esto yo ya estaré bien muerta. Seguro te estarás preguntando por qué tengo esta voz de pito. Soy yo, Xime, aunque me escuches así, sólo que aspiré un poquito de helio para que mi voz no sonara tan grave. Han pasado ya cuatro años desde que mi abuelita murió. Yo sólo quería que disfrutara de un buen vaso de leche fresca. No he podido dejar de pensar en la tristeza que debe embargarla estando allá tan solita. Cuida mucho a Jack,; no se te olvide darle de comer. Nos vemos, abuelito, me voy a alcanzarla. Sólo una última cosita: haz que me entierren como si me hubieran envuelto para regalo, tal como hicieron con ella. No me metan ustedes en un ataúd. «Dios ya me regaló la vida, Xime linda. Ahora a mí me toca regalarle mi muerte».
Rebil-Coret
Escritor. Se dedica actualmente a hacer sándwiches con el cubre y porta objetos. En el laboratorio analiza muestras de su propia saliva para observar paisajes que luego describe literariamente.
Algo más que química, algo más que amor
Se creía la más lista de los dos. Tuvieron que pasar algunas semanas para que la pócima del amor hiciera efecto en ambos…
Sueño en llamas
Deja de mirarme así. Tus ojos están atravesando mi espalda mientras camino de regreso a casa. ¿No puedes decir nada? ¿No puedes gritar?…
Dulce de pasto
Ella era más que un costal de huesos y puñados de esperanza. Ella era sus sueños. De sus maldiciones y malas palabras salían…
Fuego blanco
Te sientes como abandonado. Te desespera. Te quedas con la sensación de haber dicho todo pero sin darte a entender. Como si hubieras…