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Los amores de María

De la estación al aeropuerto había que recorrer 3.5 kilómetros, mismos que existen, si se pudieran medir los sentimientos en una cinta graduada con las divisiones métricas, para llegar al corazón de María.

Para ella, atravesar junto a un hombre esos tres punto cinco kilómetros eran la máxima prueba de amor. Al amor, dice, se le entra por un costado. Luego hay que recorrer un pasillo largo para llegar a las gradas. Allí uno se sienta a esperar, aunque no mucho, porque cada tres o cuatro minutos pasa un avión. Si se tiene paciencia, dice María mientras sus ojos recorren un horizonte invisible y, a decir por el movimiento que hacen sus pupilas, sinuoso, él se acercará e intentará besarte. Entonces y si es el bueno, asegura María, sucede: no hay ruido ni gente ni coches ni aviones ni nada. Sólo existen tus labios y los de él, afirma mientras sus ojos se pierden en el ventilador metálico de una turbina.

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Escritora. Participa con sus letras en el proyecto Deletéreo.
Soy grafitero, autodidacta. Empecé a pintar hace aproximadamente 4 años de manera ilegal, para luego enfocarme en pintar de manera un poco más elaborada. También fui buscando algunas alternativas nuevas hasta llegar a la ilustración digital. Mi trabajo está basado en lo místico y religioso, en dualidades y deidades. Técnicamente me gustan las cosas mixtas y poder jugar con varias herramientas en un solo proyecto, pero sólo me gusta si es análogo. En mi trabajo digital me gusta usar únicamente la computadora, sin ninguna técnica extra.
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Carta hallada en el domicilio Real Jardín, número 14, Puebla de los Ángeles

Pena
Me apena mucho dirigirme a usted por medio de esta carta, esta declaración que nace de la necesidad de contarle lo que siento. Yo, que poco sé de cómo hablarle a una mujer de su condición, tan elegante y fina pero principalmente tan hermosa. Sé que en el momento en que reciba estas palabras, sentirá que de nada valen los intentos que desde el mes de mayo he realizado para poder platicar con usted. Pensará también que aquella tarde junto al portón de Morelos nada representó para mí y que mi vida ha sido la misma. Y no la culpo, pues mi cobardía de buscar los medios para acercarme a usted muestran indiferencia y no son dignos de un hombre.
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