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Alientos de tedio y deseo

Bocanada de tedio. El suspiro se teje, se enreda y se disuelve. Ese blanco vértigo, abismo de sensaciones que atraviesan, sin diques ni represas. Flujo, sólo flujo. Mis ojos miopes no precisan forma ni figura; toda blanca confusión se disipa y desvanece en el aire. Esos ojos tuyos, azules de niña, erizan el cuerpo, sólo el recuerdo…

Miedo al des-nudo; de deshacerse todo el tejido deshilvanado. No habrá ya para mi conciencia amanecer ni crepúsculo, sólo el blanco cegador y deslumbrante: locura inundada de sensación, memoria amenazada de ahogo, excedida y rebasada mesura.

Temiendo inconsciencia, huyo de la fuerza del mar y la caudalosa sensación para no sucumbir en el naufragio, a salvo en diques y presas, contenido y confinado. Lejos del peligro de desgarros y temblores, lejos de un gemido de placer mortal. Gimiendo y gritando, clamando, entra más aire; el blanco se hace más grande y se hace vacío en el interior, más espacio para que algo entre y cohabite, viva dentro, se meta en la piel, la llague y la hiera, imprima su huella. Pero puedo enloquecer… Pero el río…

Y si el agua acaricia la piel, purifica el cuerpo… Y si aligera y se lleva todo lo que pesa, y lo ancla al glacial deseo de prístina claridad. Esos ojos… de mar que mata de tempestad.

Y el recuerdo se consume y apaga, con el suspiro de tabaco por tus ojos.

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Escritor. Sirocco es una agitación, un temblor, viene del desierto y de la mar. Susurra su camino al oído de la arena, allí deja su huella y presagia vida, pues en su camino respira el agua y le regala oleaje. Sirocco es movimiento, grito del silencio, fértil aridez que acoge las voces de todo, animado con su aliento. Así la tinta, como Sirocco en la arena, deja rastro. Sirocco un viento marino que escribe en el papel de las aguas, revela los trazos de la vitalidad, esa sorpresa del ojo ante el resplandor del rayo que penetra la espesura de la tormenta de arena; recuerda que hay que respirar, detenerse, ver y sentir, para seguir… Con la tinta, el barco ancla, se detiene en la mar, y llega a la luz el fondo; a veces, el surco sacude como un temblor y con la fuerza de un naufragio lleva a profundidades oscuras, donde habitan desconocidos seres marinos, terribles e inmemoriales. Sirocco es un nombre para la escritura de agua y arena, un nombre para ese rumor de trazos, en el sendero de la ventisca; Ella es un modo de conciencia, un caudal de sensación que se hace imagen. Por Él, ese viento del desierto, la arena se humedece de sal y la tierra transfigura semillas: magia alquímica, de metamorfosis y transmutaciones.
Ilustradora. Silvana Ávila, aka Miss Tutsi Pop, no es una cosa ni una categoría, al parecer es un verbo, un proceso en evolución, una función integral del universo.
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