Los ojos amarillos se envuelven en agua,
se esquivan alrededor de lunas que acarician
con garras de hombres ahorcados que se incendian,
se duelen, se clavan, se hacen piel nueva.
Por las miradas de mis huesos mis amores se van
vestidas de torso, de cara, de piernas fantásticas,
calientes y plateadas se sientan agitando sus relojes sin huesos.
El jardín de amapolas hasta la vista se vuelve carnívoro,
con vestidos azules de noche clara, repicando al cielo desnudo
de cara, de piernas, de animal oscuro.