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Oculto

Cuando regresamos era una nevada,
el cerro se había vestido de búho.
Necios trepamos como entes azules.
Tan solos nos dio por inventar canciones.

El clima se volvió una pitahaya;
nosotros, buzos del camino.
Si regreso al cerro que es mi amigo,
ven, pasaremos el día pescando papeles solares.

 

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Me enseñaron a escribir y a contar desde los tres años con ayuda de naipes, corcholatas de colores y revistas de ciencia. Mi televisión (de esas grandotas de madera ) no se veía, así que tenía que imaginarme lo que sucedía adentro, ¡oh imaginación! La poesía es como un sol, adentro, único y salvado: respirar de sus manos amigas, como de pájaros azules que se vuelan por el cráneo, pisar el pasto seco y el aroma acuarela de los mercados, decir con sus jaulas las negras olas desnudas que me toman por el brazo; el sol ondula por encima, como un pálido disco blanco enjuagado. Cuando no trabajo en mi laboratorio me gusta salir a caminar mucho y visitar el océano, ¡ah! y los efectos psicodélicos de las guitarras jaguar. Me gustan las puertas viejas y vencidas, los paseos sin sentido y el viento en la cara cuando voy en moto. No me gusta cortarme el cabello.
Ilustradora. Soy un pedazo de circunstancia mutante.
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No pares, ¡sigue leyendo!

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