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Shots de literatura ilustrada. De nosotros para ustedes, con amor.

Amor verdadero

Amor y amistad

Luis quería mucho a su hermana. Llevaba meses sin verla hasta que por fin recibió una llamada. Luis llegó puntual al café, eran las diez y Marina hizo su aparición cerca de las once. Estaba pálida, unas ojeras inmensas hacían sombra a unos ojos ya siempre enrojecidos, vidriados, rotos. Tomó asiento. Estaba ansiosa y, como si no lo hubiera visto, llamó al mesero y pidió una cerveza. Triste, Luis la observaba. Marina dio un trago…

A mis poemas

Amor y amistad

para Jéssica ¿Por qué no he escrito el poema que haga que las personas al leerlo se quiten la ropa? Todos los campos se tornen azules y el amor vuele como cocuyos por el aire. Los carros se paren a ver el amor como se paran frente a un accidente. De una sílaba se borren todas las tristezas y el amor sacie el hambre de todos los edificios y los animales más pequeños. ¿Por qué…

Descifrar la niebla.

Amor y amistad

Poco quedaba por hacer, la ciudad era una ruina que dejaba testimonio de un esplendor lacerado. Sus habitantes preferían aquellos despojos de adobes, seguros y frescos, a la enorme desolación del desierto. El hombre sintió la tristeza ceñirse de nuevo a sus ojos, no hubo rastro de aquella a quien mencionó el oráculo. Cubrió su rostro, montó al viejo cornavento y salió por los senderos del aire. En el desierto todos los caminos son iguales,…

El polvo de las estrellas

Amor y amistad

Dos estrellas cayeron del cielo un día. Estaban en lo más alto y sus descensos fueron vertiginosos. Eran de mundos diferentes y opuestos, por lo que no se conocían entre sí. Sus ojos echaron chispas cuando finalmente se encontraron, admiraron sus pieles blancas y sus cuerpos perfectos. Él solía cantar sobre el amor y su proceder era muy recto, ella actuaba de manera muy correcta, era hermosa y solía llorar con facilidad, por lo que…

Personas que quizá conozcas

Amor y amistad

Desde aquella última vez que me dejó con los labios estirados, como quien estira la mano esperando un saludo, no nos habíamos visto. Yo a veces me la imaginaba, o sea, a veces siempre, porque al primer amor no se le olvida. Fuimos novios a los quince años. A los quince, ella sabia, sabía besar; a los quince, ella sabia, sabía soñar; a los quince, ella sabia, sabía abrazar; a los quince, sabía sabia su…

Los amores de María

Amor y amistad

De la estación al aeropuerto había que recorrer 3.5 kilómetros, mismos que existen, si se pudieran medir los sentimientos en una cinta graduada con las divisiones métricas, para llegar al corazón de María. Para ella, atravesar junto a un hombre esos tres punto cinco kilómetros eran la máxima prueba de amor. Al amor, dice, se le entra por un costado. Luego hay que recorrer un pasillo largo para llegar a las gradas. Allí uno se…

Norberto

Pena

Norberto fue un chico muy tímido hasta que, hacía unos meses, tuvo que dar un discurso de graduación frente a todos en la secundaria. Después hasta consiguió novia. Ella entró a su habitación tan sólo con ropa interior roja. Ella siempre se las daba de muy santa sin dejarle meter mano siquiera por arriba de la cintura, pero ahora estaba ahí, «frágil». —¿Qué opinas? Norberto dejó el control de su consola de videojuegos a un…

Retroceder

Pena

«Se renta». Detuve mis pasos frente aquel edificio sobre Reforma. Ventanas amplias y, sobre todo, elevador. Luego de saber el bajo costo de la mensualidad, no podía creer que estuviera disponible. Cubrí los requisitos según la casera. Más que acerca del presupuesto, ella me cuestionó sobre mi edad y mi estado civil. Nueva en el edificio y ¡por fin! independiente, decidí conocer a mi vecino contiguo. Toqué su puerta un, dos, tres veces hasta que…

Ostentando

Pena

Qué rico te suenan las caderas, qué bueno es sentir el gong de tus tetas en mi pecho. Ese aliento a alcohol tan impertinente me encanta, encaja perfecto con el sudor y con la densidad asmática del salón y te volteás y me apretás el frente con tus nalgotas de escasa pretensión pero tensión suficiente como para borrar del todo el barniz de la gente y anular sin misericordia cualquier otro elemento sobre la tierra…

Las ajenas

Pena

Tú que te crees el más intelectual de tu círculo de amigos. Ese que no se fija en las banalidades del cuerpo humano pero que, por cada morra que mira, sus pensamientos más prosaicos arman la frase de batalla ¡Chichis pa’ la banda, chichis pa’ la banda! en lo que busca una frase llena de datos basura para llamar su atención, como si le dieran más puntos para intercambiarlos por inmortalidad. Tú y tu persistente…

So pena de…

Pena

Una vez me contaron esta historia: una mujer joven y bien vestida, guapa y con dinero —o eso pensaba quien me lo dijo—, recargaba su vientre contra el barandal en un centro comercial. Tenía el torso echado hacia adelante, de manera que la melena larga y lacia, ocultaba su rostro. Su cuello daba la sensación de brillar debido a los cabellos rubios que, como gotas de rocío al amanecer, nacían de su base. Su espalda…

En lo hondo

Pena

Ahí los veía venir, ahí venían todos, todos esos recuerdos que se encontraban su escondrijo entre las manadas de tonterías del diario. Y ahí venían y los veía venir, apuntando justo a la frente, porque sabían que por ahí entraban y podían merodear hasta bajarle a los hombros y escurrírsele a la espalda y el pecho. Y ahí se quedaban hasta que le empañaban los pulmones. Ahí los guarda ahora Magdalenita, ahí los guarda, y…

EL FANGO, Restaurante – Bar

Pena

Abofeteó con su mirada a todos los que estaban sentados y con sus tetas le sumó una gota más de desesperación a las encorvadas espaldas y a los tragos baratos de miércoles en la tarde. El bar la recibió como un muerto recibe una noticia: párpados medios, ojos vidriosos, musgo en el tacto, un poco de necrosis y nada de asombro. Ella no se desanimó, penetró como ganzúa en costillar desprevenido, atravesó aquella ambigüedad tan…

Flora

Pena

Crecían las flores en sus axilas y se paseaba morena en la plaza de enero. Ya no creía en los hombres pero siempre les regalaba una sonrisa cuando la miraban caminar por las aceras del pueblo. Un día decidió salir desnuda a la calle, sin dudas, sin pena, sin miedos; entonces empezaron a brotarle girasoles en los senos, nardos en los ojos, bugambilias por todo el pelo y con tanta flor apenas si alcanzaba a…

Mascarillas

Pena

Compa, ser un sentenciado a muerte no debería traerte penas ni desdichas. Sólo nosotros —los seres divinos— podemos pisotear a la Parca y, no te confundas, no sentimos placer ni gusto al hacerlo; es más, en realidad existimos una eternidad de aburrimiento, apatía y desidia que (perdona la redundancia) no tiene fin. ¿Por qué crees que hay tanto dios acercándose y tocándote mientras caminas por el tablón? Todos quisieran ser como tú. Creer que el…

Consejos a una muchacha que se escapa

Pena

Cuando la lluvia se te enrede en las botas como alas y meteoros no desistas. Tampoco temas de la luna aplastante que se yergue a tus espaldas, ni a las temerosas brisas que se enrojecen como lenguas extranjeras. Ni al temor de las piernas cuando el miedo agita sus banderas terribles, ni al ocaso y sus colmillos despuntando en tu cara los instintos.

Ser o no ser

Pena

Despertar con el temor de reflejar en el rostro los pensamientos que te acompañaron de noche, que te llevaron al éxtasis, a lo prohibido. Despertar y atesorar ese lado oscuro que no reflejas con los ojos abiertos. Afrontar que no eres lo que quieres. No aceptar tu cuerpo Vivir de apariencia y buscar refugio en tu mente. Pertenecer o seguir con la máscara puesta. Fingir hasta que un día logre sofocarte.

Apología

Pena

Será sobre tu espalda, de arriba abajo, entre Saturno y Júpiter; justo ahí en donde los hombres ganan o pierden el honor, donde descansan los elefantes, donde se cocina el pan y se cultivan las guayabas. Tu espalda que fue el punto débil de los dinosaurios y donde reposan los pecados de la humanidad. Será de forma lenta, sobre un velero, silbando con la mente y de puntillas. Será tu espalda porque no hay tierra…

Rueda de la fortuna

Pena

Mi pensamiento tiene cola. No es tan larga como para que otros la pisen, es del tamaño proporcional a su delirio de persecución. Por decirlo así, se ha retorcido del dolor al llegar de nuevo a esa noche en que creyó haber tenido la peor experiencia de su vida. No es la primera vez que le sucede, algunas veces utiliza ese método para que el mareo lo regrese de inmediato al instante presente. Mi pensamiento…

El achicopalado

Pena

Hoy fui al centro comercial y la chica de las voces dijo por el parlante: «Al amor de mi vida: se solicita su presencia en este mundo». Lo sentí como un mensaje de ultratumba. Uno no se enamora por la valentía que tiene, sino por la poca vergüenza que le queda. A mí lo que me sobra es eso, vergüenza. Por eso me cuesta tanto trabajo acercármeles y decirles buenas tardes, buenos días, cómo te…

El médico y el brujo

Pena

Búho, el médico más prestigioso del bosque, no pudo salvar a su esposa de la enfermedad. La verdad es que no sabía aún de qué había fallecido. Ella se fue deteriorando, poco a poco fue adquiriendo el color de la muerte. Incluso el funeral era una especie de sueño difuso, como si ella se hubiera desvanecido y, grano a grano, se hubiera ido a la urna que ahora habitaba. Recordaba el día en que la…

El poema del amor

Pena

Lee como si me aullaras como si en tu boca se fueran a gastar todas mis letras esa boca que es boca mía repite en tu silencio mis otras bocas léeme desde el estómago hasta los dientes más blanquísimos de tu inocencia léeme con tu sexo de leopardos en el alma de tu sexo satisfecha lee con las manos en tu sexo en tu boca con mi sexo hecho de letras léeme como a la…

Carta hallada en el domicilio Real Jardín, número 14, Puebla de los Ángeles

Pena

Me apena mucho dirigirme a usted por medio de esta carta, esta declaración que nace de la necesidad de contarle lo que siento. Yo, que poco sé de cómo hablarle a una mujer de su condición, tan elegante y fina pero principalmente tan hermosa. Sé que en el momento en que reciba estas palabras, sentirá que de nada valen los intentos que desde el mes de mayo he realizado para poder platicar con usted. Pensará también que aquella tarde junto al portón de Morelos nada representó para mí y que mi vida ha sido la misma. Y no la culpo, pues mi cobardía de buscar los medios para acercarme a usted muestran indiferencia y no son dignos de un hombre.

Acuario

Pena

La persecución comenzó en las primeras horas de la mañana. Los hombres ya tenían ubicada a una manada que persiguieron, kilómetros mar abierto, con barcos y helicópteros y arpones. Lograron acorralar al grupo en una bahía. En el proceso de la captura, algunos integrantes fueron heridos y el resto rodeó al barco más grande en el que las crías levantadas emitían gritos mientras las encamillaban. Los helicópteros las trasladarían a unos tanques de 61 metros…

Moronga

Pena

Muérete, le dije a la panza de mamá antes de que nacieras. Y tantas veces rabiosas te quise muerta. Perra. Yo decía, muérete, por mis rastrillos rosas robados. Y tú, las piernas te rasurabas. Muérete, por los vestidos usados y, sin mi permiso, tomados esclavos. Muérete también por los novios bajados. Tú y siempre tú, la más linda del condado. Nos odiamos, nos gritamos, nos escupimos, nos peleamos y no nos procuramos. Muérete por el…

Nada que entregar

Pena

Ahora que mi madre ha muerto recuerdo sus ojos, su mirada triste cuando me veía arreglarme para salir. Sin poder hacer nada me decía: ― Cuídate. — Sí mamá, me cuido. — El corazón, cuídate el corazón. Siempre lo llevas en la mano para entregarlo a ciegas. —Sí mamá. Tú siempre tan dramática. En su tumba ahora crecen los cardos y la hierbabuena. En las tardes le ha dado a un cardenal por irse a…

Una parte de mí

Pena

Siempre lucía orgullosa con su corona de nieve, oteando el horizonte, vigilante y maternal. Dejé en sus faldas aromadas de tierra y lluvia mi niñez y, entre sus árboles, los besos robados a las novias de mi adolescencia. Cuando el amor llegó en brazos de Alicia, la tarde caía sobre las anchas franjas de la playa y, ahí, arrullados por el murmullo de las olas, nuestros cuerpos se entregaron el uno al otro. No sé…

Los matices de la pena

Pena

Amanece en color sentencia de muerte: oliendo a madre agonizante de aflicción y familia y amigos avergonzados. Quedó por ahí, una noche rancia que enrojeció en tono de niña violada hasta morir, arrebatada de su pudor. Para el sentenciado fue castigo, tormento en la madre y, en otros, deshonra. Pero para la niña fue todo, porque muerta ni pena puede ya sentir. Así fue la historia de alguien que trabajosamente se esforzó por amar.

Al muro en sus labios

Pena

En ella vio las mismas sombras, hablaban de los mismos fantasmas. La misma acidez patibularia cada vez que se sentaban a la mesa a ver pasar la gente. El mismo cinismo ante las pequeñas ofensas de la ciudad. La misma y parabólica sorna cuando el nerviosismo los enfriaba y no sabían cómo atraer la atención del otro. El mismo placer rebosante que creció mano a mano y mordida a mordida, hasta conocerse las lágrimas, pero…

Guarida

Pena

Vamos a llorar donde nadie nos vea, a formar charquitos que se escapen por los poros de la tierra. Vamos a regar con lágrimas todas esas margaritas deshojadas que una tarde te dijeron en secreto que él no te quería. Vamos a envolvernos en tus cabellos para cubrir la desnudez que te sonroja, y cuando te diga «te quiero» yo esté muy cerquita viendo la mitad de tus lunares y tu pequeñita boca. Vamos escondiéndonos…

Los matices de la pena

Error

Amanece en color sentencia de muerte: oliendo a madre agonizante de aflicción y familia y amigos avergonzados. Quedó por ahí, una noche rancia que enrojeció en tono de niña violada hasta morir, arrebatada de su pudor. Para el sentenciado fue castigo, tormento en la madre y, en otros, deshonra. Pero para la niña fue todo, porque muerta ni pena puede ya sentir. Así fue la historia de alguien que trabajosamente se esforzó por amar.

Sueño lúcido en el bungee

Confianza

Fueron mi fijación por Vanilla Sky y las ganas de dejarte atrás lo que me inspiró. Era julio, hace unos años, cuando la edad aún no pintaba de canas mi cabello. Miré fijamente a través de la ventana del hotel donde se celebraba mi viaje de graduación y a lo lejos vi aquel imponente aparato, quieto en la oscuridad, rodeado de mar y al que horas más tarde escalaría. Dejé que me amaneciera y, apenas…

En la mitad de la plaza

Confianza

En la mitad de la plaza de una ciudad que parece desierto, se despierta con un niño en el regazo. Hace un esfuerzo pero no logra recordar cómo llegó a ella. No sabe si lo trajo la cigüeña, si una abeja fecundó la flor, si es un ángel, si pasó el tiempo suficiente desde esa noche de sangre, agujas y vergas o si simplemente lo encontró. Cree, mas le es imposible estar segura, que no…

Desde el encierro

Confianza

Cada día comienza igual, ni siquiera tiene sentido que exista un calendario con números y nombres inventados si cada uno empieza igual. Para las doce, la memoria se le ha ido de nuevo y llega ese caos que se desliza silenciosamente apoderándose lentamente de cada detalle, de cada cosa. Viene la enfermera con la charola: la taza de café, el jugo de naranja insípida, la gelatina de enfermo, el pan mal tostado con apenas una…

Mi cajita de cenizas

Confianza

Aún recuerdo la primera vez que nos vimos: venías bajando la escalera, con tu suéter morado y tu collar de bolitas de colores, y lo primero que hiciste fue caminar hacia mí. Fue como si nos conociéramos de hace tiempo, como si supiéramos que a partir de entonces seríamos inseparables. Todo es difícil ahora que te has ido; todo es tan gris, tan triste, tan pálido. Cada vez que te recuerdo pienso que no hice…

Migración

Confianza

Nadamos profundo envueltos en las olas de petróleo. El agua espesa nos cobijó en un inmenso mar oculto, dejando al descubierto el temor de los sentidos. ¿Hacia dónde nadas cuando no puedes ver? Miedo, incertidumbre, una presión insoportable en el pecho y desesperación por no poder respirar. Somos dos peces perdidos en un destino impreciso; la diferencia es que mis ojos son más grandes y brillantes, atentos a la más mínima señal de libertad. Los…

Mantiké

Calor

Me lleno de agua la boca, la bendigo Hago que mi lengua respire y nade como pez Lo que canta el ave agorera es lo que yo veo (una crucificción) Sus infalibles notas son la forma y la medida en que despliego el vuelo De antemano purifico dos hojas blancas a la luz de la vela Con el fin de sacralizar la historia en trazos que inscriba en ellas Después de sinuosos y enantiomórficos periplos…

Sapo verde tu yu

Confianza

A. K. hace lo mismo en cada uno de sus cumpleaños desde que tenía veintidós. Se levanta con todo el ánimo del mundo y se autodestruye en menos de seis horas. Comienza con un güisqui en ayunas y termina ebrio, intoxicado, con fiebre y ensangrentado en la cama de un hospital antes de las cinco de la tarde. Las historias de esos días ni siquiera son suyas, ni siquiera las recuerda. Con suerte, una que…

Vínculo

Confianza

Cuando le hablaron la mañana anterior para informarle que tenían a un donante de córnea, se encaminó de inmediato al hospital. Cuando entró al quirófano pensó que lo conocido por los demás sentidos empataría con una referencia visual, como alguna vez sucedió. Cuando le dijeron, al día siguiente de la operación, que abriera los ojos con mucho cuidado porque la luz le deslumbraría, pensó con recelo en lo que sucedería una vez que lo hiciera…

Confiando en el etéreo

Confianza

La página web era lo único que le quedaba al escritor, pero nadie lo sabía y ese era el problema: ya nada lo iba a sacar de la mucosidad negligente de su destino fatal, sólo pendía de eso sosteniéndose con dos deditos de una pequeña raíz al borde del tenebroso precipicio. Y ahora, después de sabotearse a sí mismo durante toda su vida, alguien más se metía con él. La página web no era suya,…

La pena de siempre

Confianza

Todos creíamos que jugaba a ser ciego pero no, no era un juego. En el seminario, pronto nos contaron su historia. Se le había pedido la fe más grande, la humildad más férrea; y entonces, un día, desesperado por su duda, acosado por su escepticismo, no pudo más y se sacó los ojos. Dicen que ahora su fe es invencible, que acabó con zozobras, que mató al miedo.

Una larga serie de curiosidades

Calor

Se reunieron en la única tarde soleada de aquel invierno. Beatriz había pasado su día inmóvil, sentada en la banca más solitaria de un parque en el que se encontraba por primera vez como si hubiera estado esperando otra oferta del destino para comenzar de nuevo con su vida; como si, por estar en un sitio inesperado, quienquiera que sea el encargado de tejer sus días, tuviera que reconsiderar la eficacia y prudencia de su…

Té verde y café

Confianza

Hola. Así se sentó la Duda entre el té verde y el café, entre el río Amarillo y el Danubio, entre Buda y Dios. Hola, les dijo de nuevo. Conversen como suelen hacer en las clases de mandarín. Prometo que no diré ni una palabra y que sólo me quedaré aquí, entre ustedes, como una invitada expectante. El viento se movió entre las flores que rodeaban la mesa. Sopló en el café. Alborotó el pelo…

Mis manos han vivido más que yo

Confianza

Mis manos han vivido más que yo. En ellas deposito mi confianza. ¿Si no fue con manos expertas, con qué?/El demiurgo nos moldeó. Recoges la flor hermosa de temblorosos llantos. Entre tus manos la tomas y alzándola dices: «Se abren los pétalos, dejando al descubierto el núcleo de su majestad flor/Porque confían plenamente en la bondad del sol». Si llegara a picarte una abeja el dedo, ¡muérdetelo! Que no te duela que lo tengas inerte…

Confianza

Confianza

Uno, dos, tres pasos. Lento, muy lento. Podría gastar toda la mañana en darle una vuelta completa al patio. Descanso cada diez o quince pasos y vuelvo a comenzar y, a veces, me detengo durante mucho tiempo, pues casi olvido que estoy de pie, apoyada sobre esta andadera que desde hace más de cuatro años es la que me soporta. Lo más complicado es levantarse, incluso con ayuda. Siento como si de repente toda la…

El rostro de Ione Robinson

Confianza

Se sienta ahí en ese lugar cada jueves, cuando el museo está por cerrar. Frente al retrato de Ione Robinson, a las 5:15 pm, una vez por semana. Piensa que irse a confesar es importante —necesario, de hecho— pero no le gustan los confesionarios: demasiado húmedos, demasiado oscuros y demasiado sin ojos, ¿qué tendría que irle a contar a un hombre escondido en las rendijas de una gran caja de madera con forma de letrina…

Buenos amigos

Confianza

Abordé el taxi y le pedí al chofer que se dirigiera al hospital lo más rápido posible. Fingí estar alterado, con esa actitud que invita a quien se encuentre cerca a preguntar sobre los motivos de su visita al médico. Él, por supuesto, me preguntó enseguida si era grave el asunto. Le inventé la muerte de un familiar. —Uno nunca se acostumbra a estas noticias. Me sugirió que tomara las cosas con calma y trató…

Vértigo

Confianza

A veces caer no es caer, es volar. Qué más da cuando el abismo no tiene fondo, como el desgano o como el hartazgo o como la incertidumbre. Yo simplemente floto, labor ardua entre las luces que todo ocultan y la oscuridad que lo revela todo. Alguna vez estuve en el borde, me paré justo en esa línea que anticipa el vacío, miré hacia esa dimensión inconmensurable donde los ojos se pierden, donde toda ausencia…

Proveerá

Confianza

—Dame la mano. Le dio la mano. Avanzaron treinta pasos más, cuando despidió al criado. —Regrese, Eleazar. No entre al pueblo: pronto estaré de vuelta. Y el criado se fue. Sin preguntar nada se fue. Siguieron monte arriba, abriéndose camino entre los abrojos. Ya las rodillas les sangraban cuando se detuvieron en un claro, entre matorrales revueltos y árboles secos. El viejo arrastraba la mirada ansiosa, buscando los tenues movimientos que delataran al menos una…

Ética profesional

Confianza

Lo único que me queda es confiar. En este ramo no se puede hacer otra cosa. Puedes estar a la expectativa de lo peor o lo mejor; yo elijo lo segundo. Es más fácil dejarlo todo a la buena fe y seguir confiando en el respeto que mi oficio aún mantiene. He visto de todo: leones llenos de caries, castores descalcificados, hormigas con encías inflamadas. Y nunca se detiene, así que la labor es ardua…

Pero… ¡¿cómo?!

Confianza

Me besó. Su mano recorrió mi espalda, mis glúteos, y luego subió hasta mi nuca. De la nada sentí su palma sobre mi seno izquierdo y luego sobre el otro. Me distancié ligeramente pero él me cercó la cintura con su brazo y murmuró en mi oído: confía. Y confié. Cuando mi espalda desnuda sintió la hierba y todo el cielo parecía caer sobre mis ojos, percibí su cuerpo sobre el mío, su aliento en…

Yo confío

Confianza

Llaman a la puerta y enseguida noto que se pone nerviosa. Sabemos que es el hombre al que ama, a quien engaña conmigo. Me pide que la espere colgado fuera de la ventana, argumentando que no hay otra opción: es un tipo celoso y no dudará en buscar en todo el departamento hasta encontrarme. Me dice que me ama, que confíe en ella, que la espere y volverá por mí, que después de todo, esto…

El hombre no espera su muerte, confía en que llegará

Confianza

*Esperar es desear que algo suceda; confiar es más rotundo, es esperar con firmeza y seguridad. La luz del sol apenas ilumina el borde izquierdo de la plaza, dejando el patíbulo a la sombra. El hombre también reposa en la oscuridad de su celda, pero sobre un colchón hecho de borlas tan dispersas entre sí como lo está su conciencia del amanecer. Los rayos iluminan sus pies y se desplazan lentamente sobre sus rodillas, muslos y…

Sísifo o me he de comer esa tuna

Confianza

Todo era cuestión de tiempo, de plazos cumplidos y nuevos desasosiegos. Siempre era así, no importaba cómo eran los sueños ni cuáles los deseos, nunca se haría mi voluntad. Y así, la vida, simplemente la fe ciega, las preguntas muertas, las dudas desvanecidas. Por eso cierro los ojos, no importa lo que pase, ni lo que pese, esa piedra debe llegar a la cima de la montaña.

Una cuestión personal

Confianza

Metió la mano al bolsillo de la chamarra, sacó su escuadra Smith & Wesson de cañón recortado, le puso el silenciador y salió del baño. Ella seguía recostada en esa cama alquilada, siempre la habitación 119, cada jueves desde su primera cita hace meses. Aún adormecida del placer que le generaba este encuentro clandestino con el mejor amigo de H., su marido. En ese momento, H. debería estar regresando de la ciudad vecina; todos los…

Av. 79, 80 ºC

Ansiedad

A esa hora la ansiedad se dividía en 179 pedazos de uña, 237 rascadas de cabeza, 7 solos de percusión en las piernas, 6 mocos extraídos, 20 cigarrillos y una docena de maldiciones diseminadas por toda la avenida, como pedos sin dueño perdiéndose entre la gente sorprendida y el placer del viento de la tarde. Jorobando el caminado había calmado la gastritis y tenía en la cara una paradoja acuática de boca reseca e interminable…

Prometo no acordarme de ti

Ansiedad

Una mirada cruza el extenso bosque de mesas. Esos tus ojos me han visto, quizá por accidente; accidente tuyo, mío o del destino, destino mal intencionado, mal y tensionado destino, des_tino / sin_tino. Sin ti no. No sin ti. Yo bajo la vista a la hojarasca y disimulo mi presencia. Un acto de tímida inocencia de mí se apodera. De mí, de mi demencia, de ti / de mí, de mi timidez - temida. Y…

Elementos de la noche

Ansiedad

A mi tía Mirella que es la furia Evening of beatitude, even the book forgotten, because the soul dissolves lapped in quietude. —Samuel Beckett madera verde, cabello de humo, avispa y dragón, cuervo, prisa en el pecho, las serpientes anidan en ese humo, el humo se peina en esos dedos, silueta ardiendo en la lluvia, cabello poblado de ideas o ideas pobladas de humo como un volcán que echa a volar sus nervios y copia…

De escurridores y seca-mentes

Ansiedad

Una cazuela y cuatro vasos con sus respectivos platos que aún faltan por lavar. También cuatro tenedores, tres cucharas y un cuchillo ya sin filo. Entre el jabón y la fibra hay una tarja que atravesar. Así la desidia entre comenzar a armar argumentos o dejar que la sensación somnolienta sea un recurso de evasión. Primero los platos. A continuación, los vasos puestos boca abajo a un costado del escurridor. Imágenes estáticas que sólo se…

El día final

Ansiedad

Todos uniformados, quietos y calladitos en su lugar. Martha se come las uñas. Francisco se suena la nariz. Lucía no deja de tocar su cabello. Óscar sufre de piernas nerviosas. Andrea casi se come un lápiz del número dos. Ricardo decidió mascar un chicle mientras que María se enfocó en mirar por la ventana y de vez en cuando, de reojo, la puerta. El reloj marcaba las 8:00 de la mañana cuando, como con una…

Breves instantes antes de

Ansiedad

María, última en la fila, no ve toda su vida pasar sino que —aunque entre tronido y tronido no pasan más que un par de segundos— se imagina y lee un millón de entradas en Facebook y Twitter. Algunos dicen que fue culpa de ellas por andar en minifalda. Otros culpan a sus padres (que tienen dos trabajos cada uno) por no educarla mejor. Les dicen pendejas o estúpidas o revoltosas aunque sean las mejores…

Mutílame

Ansiedad

Enlodado como siempre en el pantano de mis angustias, hundido, inmundo y casi diluido en el olvido de tu memoria, el jueves decidí hacerme el valiente y darle un giro a mi destino de inercia, de mosca rondando el desperdicio. El perpetuo rayo de luz que los dioses se permitían contigo, atravesaba cada vez y cada vez más mi cerebro entrando por el parietal y luego ¡bam!, estrujabas mi hipotálamo entre tus tetas sudorositas y…

Persecución

Ansiedad

Sucedió de repente al doblar la esquina. Ahí estaba aquella horda de locos, armada con palos y todo tipo de artefactos lesivos. Apenas los miré, regresé sobre mis pasos y eché a correr. En mi carrera tropezaba una y otra vez. Otras personas también corrían aterradas. Sin explicación las calles se convertían en laberintos, y yo me ocultaba donde podía: en el pórtico de un edificio, dentro de un carro con las llaves puestas el…

Sepultura

Ansiedad

En mi memoria sigue Martha Todavía conservo tu imagen, la de encontrarte entubada con los ojos cerrados. Esa noche me dijeron que me despidiera de ti, tomé una de tus manos y la acaricié con suavidad. Me dediqué a memorizar todos los pliegues de su dorso mientras te contemplaba. Me transferí tu calidez, me grabé tu tacto. No es que le temiera a la palabra adiós, pero tus dedos y sus días vividos... Tenía catorce…

Sorpresa

Sorpresa

La primera vez que vi la sala de mi casa cubierta de tortugas de plástico y pistolas de agua sentí un asombro inexplicable: un sentimiento de ansiedad, de alegría y tranquilidad. Fue maravilloso saber que era digno de todos mis deseos, de merecer la felicidad. Fue ese día cuando supe lo que era una sorpresa. Años más tarde –no recuerdo cuántos– dejé de esperar los regalos y me importaban otras cosas. Cosas distintas, seguramente, pero…

Tris tras

Ansiedad

Abrió la puerta y ahí estaba. El siguiente suceso fue súbito; tanto, que por más que se empeñó en enterarse, su cerebro no respondió. Creyó intentarlo cuando sus ojos recorrieron la habitación de la sala con una especie de mareo nunca sentido —como cuando subes a un juego mecánico que te voltea para todos lados—, pero fue inútil; de nada se enteró y nada volvería a ser igual. Así lo atestiguaba su propia cabeza —con…

Una historia chica

Ansiedad

Sucede que se nace debajo de una historia —la grande— que pasa por encima de unos, que adoquina sobre la memoria de unos. Sucede que esa historia se cree ella misma lo que se cuenta. Sucede que se construye, de contarse una y otra vez, el único mundo que ve con los únicos ojos ciegos que tiene. Se crece, y su estatura viene de caminar sobre los vestigios de algo que una vez se supo…

Extraterrestre

Primero fue la imagen

Cuentan de un planeta llamado Platón donde la gente no tiene coloración en la piel ni en la ropa, tampoco el ecosistema. Los mares son blanco o negro y en vista panorámica todo se torna grisáceo. El ánimo que impera entre sus habitantes es sombrío y cabizbajo, paciente y solitario, en espera de que algo suceda y cambie la percepción de las cosas. Los platónicos esperan una deidad personal que llene de color sus días,…

Con mis manos en la cruz

Sorpresa

Hay un siseo cansado que patea con fuerza la tranquilidad del vacío. Mi fe agoniza en sus cenizas grises. Brota el día y resucita mis esperanzas muertas. Un color destiñe mi boca; ataúd que aguarda mi cuerpo cobrizo. Prefiero la muerte a esta inmensa angustia de vivir tan sola. Es como un sueño fantasmal, un embrujo doliente. De pronto se hace cargo de mí como un listón muy fino que aferra mis muñecas y me…

Limbo

Shots

Todo comenzó hace años, un día que por bajar corriendo las escaleras me tropecé y caí al suelo, escalón por escalón, hasta perder el conocimiento. Y no sé qué pasó con la gente que me veía ni cuánto tiempo permanecí tirado, pero tuve una imagen de mí a lo lejos: ángeles me rodeaban y yo pensaba si era momento de abandonar la vida, dejar postrado el cuerpo y volar con ellos. Luego de un rato…

Autocomplot

Sorpresa

Me gustaba despertar por las mañanas en la cama de mi abuelita, escuchar el fonógrafo y permanecer acostada hasta que el sol acariciaba mi rostro. Antes de salir de la cama observaba el nuevo día, el buró a un costado, las cobijas revueltas, el techo… y, sobre todo, un objeto que capturaba mi atención: el ropero, ese protagonista de canciones que –con sus grandes espejos que parecían ojos– me llamaba a explorarlo. Con un salto…

Ella florece

Sorpresa

Casi al diez para las siete de la mañana, dos departamentos abren y cierran sus puertas al mismo tiempo. En uno de ellos vive Rogelio quien, como todos los días, espera escuchar los pasos de Graciela detrás de él. En ese pasillo que conduce a la salida, algunas veces se atraviesa en el paisaje sonoro el ladrido de un perro, sobre todo cuando rehúye al paso lento de su dueño. La bolita de pelos jala…

Leviatán

Shots

Cruzamos el desierto siguiendo el fuego. Entonces encontramos el mar y supimos nuestra sentencia: en cuanto nos alcanzara el ejército seríamos pasto de los chacales. Y sin embargo no se detuvo: caminó con la misma tenacidad de los días anteriores, se hundió en el mar hasta las rodillas e hincó el bastón de un golpe. El agua no salpicó, en principio no se movió siquiera: nos pareció que el agua era limo suave y el…

El loco

Locura

Faustino se fue, lejos, allá donde el flagelo mental de remanentes siderales. Ninguno de sus interlocutores le siguió el paso. Sólo se dejó llevar. Y así, casi sin darse cuenta, se encontró perdido en su soledad demente. Quiso regresar con todos pero no supo cómo ni por dónde. Y es que no era fácil; había creado para sí un laberinto. «Me tienen intervenido el cerebro los reptilianos. Sin nunca llegar a acercarse más de cinco…

Mollusca

Ansiedad

Estéril de pensamientos me encuentro aquí sumergida en el vacío de una arquitectura diseñada para almas muertas. Respiro entre mis coágulos de sombra por donde se escurren el miedo y los instintos. Me siento como un archipiélago en la orilla de un mar sin olas. Mi imaginación difiere de esa realidad monocroma donde se asoman los que quieren juzgar todo. Por momentos tengo la sensación de que una jauría me vigila al otro lado y…

Un sueño

Calor

Para Andrea Peralta Cuando abrí los ojos me encontraba flotando a la deriva en una balsa de troncos sobre las aguas del Támesis londinense, un río al que conozco sólo de pinturas y fotografías. No había sino unas cuantas luces en aquel lugar y su brillo tenue apenas dejaba ver los límites del cauce, los bordes del gran reloj británico, como sugiriendo un paisaje luctuoso. A bordo me acompañaba un amigo al que había dejado…

Canto

Sorpresa

Soy hombre cíclope porque puedo cruzar las invisibilidades Soy hombre bestia porque puedo andar por el bosque más húmedo y no ennegrezco Soy hombre camino blanco porque puedo ver al sol amarillo directo a los ojos y no me quemo Soy hombre primavera porque puedo hacer reír a las flores Soy hombre caballito de mar porque he aprendido a alumbrar a mis hijos Soy hombre colibrí porque puedo mandar a los ejércitos Soy hombre campana…

Un narrador en su lecho de muerte

Ansiedad

Quienes tuvieron la fortuna de conocerlo, recuerdan cada una de las extrañas historias de su repertorio, aun cuando nunca las creyeron: la ocasión en que descubrió aquel microorganismo para extraviarlo entre sus papeles sin que nadie más lo viera, o aquel día en que engañó a un obstinado bibliófilo para que buscara un libro inexistente por el mundo, la ocasión en que amó a… Era alguien peculiar sin lugar a dudas, esa es la palabra…

La fiesta

Sorpresa

Hay un tipo especial de infierno que parece muy simpático, como una broma de mal gusto. Se borran todos tus recuerdos. Sólo queda una idea. Estás en un cuarto oscuro lleno de gente, esperas a que se encienda la luz. Hay una verdadera ansiedad, pues eres parte de un comité que ha preparado una fiesta sorpresa. Lo haces por una especie de responsabilidad. No sabes para quién es, pero sabes que no es alguien que…

De tenerte en mis brazos

Ansiedad

Y allí está, sentada defendiendo el poco espacio que ocupa, discutiendo con sus ganas de abrazarle, en cama lloriqueándole al oído mientras duerme. Allí está, callada forcejeando con sus diálogos absurdos, con preguntas tontas, contra ideas sin respuesta. Y cuando por fin habla, cuando al fin pronuncia algún sonido, sus ojos se encuentran con los suyos exigiendo una palabra, demandando comprensión para el silencio. Y allí está, escuchándolo con gestos de interés, esculpiendo algunas muecas…

Visión de túnel

Ansiedad

Lo único que puedo ver es la parte de mi cuerpo que va de media pantorrilla hasta mis pies. Es de nuevo la visión de túnel que borra todo, hasta los límites. Los ojos desorbitados huyen de la cabeza, logro detenerlos sobre los tobillos. Todo lo que soy es hiperventilación y ahí se disuelve toda frontera. Las náuseas vienen amontonadas una tras otra e invaden este cuerpo que vuelve eternos quince minutos de crisis sin…

Resbalar en la pestaña

Locura

«Siempre hay un parpadeo que pierdo de vida, hay un parpadeo en el que se pierde mi vida y soy alguien más y cuando parpadeo de nuevo soy el de antes. Y el otro, el que aparece interparpadeo, lo vivo como un espectador, así como él me ve a mí, me vive a mí, cada vez que parpadea. Sí, es una vida parpadeante, titilante, de incontrolable estroboscopia, y a veces coincidimos él y yo en…

Bosquejo

Ansiedad

Estoy solo, me dije para mis adentros, solo con mis otros más malditos que el diablo mismo, pensé, más advenedizos y dúctiles que las llamaradas de fuego en una hoguera. Solo, repetí, e imaginé verme a mí mismo desde lejos, mirándome desde la cima de una cúspide invisible, observándome desde un muñón cicatrizado por una pátina de moho. Solo en la llanura de un mapa, al abismo de sus bordes insondables. Solo como el punto…

El ánimo ciego

Ansiedad

Una cara, todas las caras. Como si todos los días te toparas con caras de asiáticos: las mismas facciones, diferentes ficciones. Los dientes separados, las palabras bien acomodadas; tanto, que por ese hueco se escapa lo que entre líneas aparece. Tus errores, tus fallas, tus pecas. Mis pecas y lunares. Los unes, imaginas figuras, constelaciones… La epidermis expuesta. Un cuerpo lampiño como último eslabón de la evolución. Vellitos que me protegen. Mi suéter puesto encima…

¡Grrrrr!

Primero fue el texto

No juegues a ser monstruo, no te queda ese color. Si supiera que puedes asustarme con tus artimañas habría comprado un escudo protector o empuñado un anillo de poder, pero tu humor ácido e iluminación cruel no me intimidan. Tengo más fuerza para devolverte el grito, diez veces más voraz y cincuenta veces más ensordecedor. No te quedan los gruñidos y romper los muebles es tedioso, importuno… patético. No me amenaces con beber mi sangre,…

Saulo

Primero fue la imagen

Desde el cuarto semestre de preparatoria, ella se topaba todos los días con ese chico en la estación del metro. Parecía muy tímido. Ella se había percatado de que estudiaban en la misma escuela porque él llevaba amarrados a la mochila unos retazos de tela con el escudo del Club de Botánica impreso con una burda serigrafía. Nadie más los usaba, ni siquiera los demás miembros. Un día lo vio en la biblioteca, absorto ante…

Constructor

Ansiedad

El abuelo de mi abuelo hablaba mucho de cómo su abuelo hablaba muy orgulloso del suyo porque aquel señor, según la anécdota, había logrado erigir un edificio que atravesaba las nubes de tan alto, y de tan bien ubicado que estaba uno podía mirar los mares que rodeaban el continente a Este y a Oeste, los bosques interminables al Norte y las montañas nevadas al Sur. Eran otros tiempos. —Muy lento, pero lo levantó con…

Kriegel y Kriegel

Primero fue la imagen

En la mañana de su cuadragésimo cumpleaños, H. J. Kriegel, famoso borracho con alma de querubín, despertó arropado en una cama confortable, muy lejos de su habitual cantina. Contrario a lo que le ocurrió a H. J. Kriegel, famoso cirujano testarudo de cuarenta años, quien despertó tirado frente a la puerta de un derruido establecimiento, envuelto en harapos y bajo la lluvia melancólica de un barrio pobre, sosteniendo con ansiedad una botella de whisky, única…

Los no nacidos

Primero fue la imagen

Coloreó con la vista fija en el lienzo. De repente sonreía. Así nacieron flores hermosísimas y un cielo celeste y dulce. Pero de ese ser pensante y extraordinario que quería dibujar apenas había pintado los colores de sus sentimientos. Sí, Dios quiso pintar al hombre, pero justo cuando ya casi lo lograba decidió enjuagar el pincel con un pinchazo a una nube regordeta, de tal forma que un torrente de lluvia deslavó un poco la…

Que se quedara conmigo

Locura

Yo sabía que llegada la mañana tendría que irse. Seguramente tomaría sus cosas y, tal como llegó esta misma noche, cerraría la puerta dejándome aquí. Fue algo ocasional, no era uno de esos romances especiales; el tipo me gustó como pudo haberme gustado cualquiera. No era guapo ni fornido. Me trató con toda la delicadeza que yo necesitaba y quise conservarlo, quise que se quedara conmigo. ¿Quieres hacer un viaje que nunca se te olvide?,…

Credulidad

Primero fue el texto

La pequeña Carmen, de tres añitos, se entretenía mirando a María, su madre, recolectar los frutos de las hortalizas y de los árboles. Mientras saboreaba un durazno preguntó a su madre: ―Mami… ¿pol qué hay fluta? ―Porque tu papá la siembra. ―¿Siembla todo? ―Sí, todo. ―¿Y todo clese? ―Ajá, todo crece… Rafael llegó cuando ya casi se ocultaba el sol. María le sirvió la cena. Poco después, Rafael sacó unos pocos billetes y monedas, los…

Sorpresa

Primero fue el texto

Un destello de luz rebota en la superficie de la mesa y luego va a estrellarse contra el ventanal de la cafetería, produciendo un sonido cristalino, como el de cientos de astillas perforando el verano. La mujer busca el origen del resplandor y lo encuentra en los rayos de sol que salpican el toldo de un auto mientras este atraviesa un punto específico de la calle, uno que está sobre el paso cebra, un poco más…

El regalo

Primero fue el texto

El paño tenía unas manchas bermejas y un cáñamo amarrado con descuido. Supo de quién era: ninguno de los clientes era tan generoso para darle algún regalo. Y ella a nadie más le disculparía quedar a deberle algunas monedas. Esa noche, Rachel llegó al burdel un poco más tarde de lo normal. Sus compañeras le dieron el regalo inesperado entre risas y burlas, sabían que era algo absurdo como siempre. Ella también se burlaba un…

Sin tinta

Primero fue el texto

Sentado frente a un gran escritorio de madera, busca una pluma para hacer algunas correcciones. Saca los viejos dibujos, los diseños pasados. ¿Por dónde comenzar? Todo parece funcionar de la peor manera posible, pero funciona. Si hiciera tan sólo un retoque aquí y otro allá, quizá se equilibraría la carga de color o las figuras. Pero no se quiere engañar, no de nuevo: los errores llegaron a las formas. La materia terminó hecha horror, lo…

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