Shots de literatura ilustrada. De nosotros para ustedes, con amor.
Se detuvo ante la puerta. Sabía que después de meter la llave, girar la perilla y encender la luz de la estancia todo seguiría igual: el papel tapiz descarapelado, las esquinas roídas de los sillones, el silencio en el departamento, la soledad. Nada podría regresarla a casa. Hacía un mes que le gritó que se fuera, que le quitaba mucho tiempo, que lo desesperaba, que ya no quería verla nunca más. El hombre continuó frente…
Deja la realidad de tus ojos colgada de un andamio con jirones de mi cuerpo. Purifica la atmósfera con mi sangre petrificada, llora con el cursi corazón que te obsequié impreso en una realidad perfecta. Dibújate imperfecto… entrégate al vacío de lo inesperado. Deja de ver la realidad de tus ojos y ve con mis sueños cómo te observan mis huesos. Deja la realidad a un lado. Levántame del sueño, que relativa estoy de pie…
Sabes que hicimos todo, le arrancamos agua a las piedras para darle lo mejor a Manuel, lo que necesitara. También eso; ninguno creyó que podría. Lo hicimos. Aunque quisiéramos que nadie más lo supiera. Manuel no querría que se supiera. No lo digas, no, te van a escuchar. Sólo no hables tan alto. Claramente. Por favor no grites. Ven conmigo, vamos arriba. Tú también puedes venir. Vengan a su cuarto. ¿Ven? Podamos el árbol para…
«Se renta habitación en departamento compartido. Baño propio; incluye agua, gas y luz» se leía en aquel apartado del Diario de la Ciudad. María llamó inmediatamente para concretar una cita. Llegó a la dirección indicada y tocó el timbre tres veces hasta que alguien, sin preguntar siquiera, presionó el botón que abría de forma automática la puerta de la entrada del edificio. María subió las escaleras mientras escuchaba el eco que producía cada pisada de…
Abuelito, para cuando escuches esto yo ya estaré bien muerta. Seguro te estarás preguntando por qué tengo esta voz de pito. Soy yo, Xime, aunque me escuches así, sólo que aspiré un poquito de helio para que mi voz no sonara tan grave. Han pasado ya cuatro años desde que mi abuelita murió. Yo sólo quería que disfrutara de un buen vaso de leche fresca. No he podido dejar de pensar en la tristeza que…
El mundo entró y salió cien veces, y sin nada que decir. Nada se acopla a esa diminuta galaxia. Nada es lo suficientemente enorme para llegar y permear ese vacío. Quizás en el ojo de una aguja, en un portón de azúcar y entre cada parpadeo tienen lugar las cosas banales. Pero en este vacío no. Aquí se construyen los deseos más infantiles y puros. Es cosa de poner en marcha la destreza y pasar…
Llegó a casa y miró detrás del refrigerador. La caja seguía allí, aquella caja que el mago Titus le había pedido que guardara. Seguía cerrada como desde aquel día y la llave escondida en la estufa vieja. Desde esa noche, en sus pesadillas comenzó a soñar la asfixia, el ahogo que venía en las formas más inesperadas: las manos del mago, el estanque, la mutilación… En vano intentaron encontrarla los otros, ella se encargó de…
Para los demás su obra era perfecta, pero él sabía que eso no era posible. —In ilo tempore, todo era origen y fin: ahí pues la perfección. Y mientras pensaba y pensaba, por un instante se sintió acogido por una certeza: en efecto, Dios había muerto; pero no por olvido, sino porque se había suicidado. —Si mi obra fuera perfecta la habría firmado con mi propia sangre, pero sigo aquí, aquí que recién descubro que…
Ella no apareció. La gente la esperaba y en su lugar se presentó un conocido travesti. A la madre se le notó desencajada cuando los organizadores del carnaval le preguntaron por el paradero de su hija, pero el alcohol de la fiesta previa al evento le borró cualquier información valiosa. Un testigo aseguró haberla visto caminar en la noche por la calle principal. Declaró observarla estática, durante algunos minutos, frente a los asientos de plástico…
Es durante el primer trimestre de gestación que se fija el signo al que se pertenece. En el horóscopo Suidae se cree que este se determina según la música que oye la madre y lo que come el padre en un momento específico, el cual se calcula a partir de un complejo algoritmo que involucra la fecha de nacimiento de los abuelos y el tamaño del pie de las abuelas, y se divide entre la…
En el más inaudito de los silencios, ahí donde nadie ve, donde todo es tierra, donde todo es agua, la semilla germina: la vida abre ojos mientras comienza el latido de un corazón. Y mientras da inicio un principio, el mito desfallece; la naturaleza despiadada ha mandado una muestra más, una prueba del verde de los pastos, del color de todas las flores y todas las maderas. Un indefinido ser se gesta entre lombrices, ahí…
En un instante la noche consumió la tarde y la luz se perdió entre las nubes. Un relámpago nos devolvió el día; a causa del estallido estuve a punto de cortarme el pulgar, y el cuchillo quedó en la mesa sin terminar el tajo. Encendí las lámparas, quedé en una esquina de la cocina sin poder pensar. Volvió el recuerdo. Volvió la mañana que le siguió a esa noche, con su calor insoportable y mi…
Sí, quiero recordarla como una mujer de cabellos largos y lacios, recogidos como gajos de mar momentos antes de un temporal. Una dama de rostro angulado y piel tersa, rubicunda como una nube a la muerte del sol. Su piel de arena y el cuerpo poderoso y ágil, gracioso aunque con porte, como el de un caballo que a galope imprime sus cascos sobre un suelo de sal. Si pudiera describirla tal como la recuerdo…
Sara sabe que todo –y nada– queda a una bala, unas pastillas o una soga de distancia. Sara sabe que su cuerpo es una prisión y sus ojos una cámara que proyecta películas en la mitad de su cabeza. Sara sabe que el alma existe, que el destino lo hace uno y que la fe mueve montañas. Sara sabe que todo sería lo mismo si lo anterior fuera exactamente lo contrario. Sara comprende las leyes…
Compraba libros de escritores que no te cansabas de elogiar. Los leía esperando que las entrelíneas fueran esa plegaria que haría realidad el milagrito. Mi teléfono nunca sonó. Dejé a un lado los vicios del cuerpo bajo la promesa de que a los buenos se les recompensa con apariciones, pero mi recuerdo de ti seguía sin encarnarse. Me embelesé de otras auras resplandecientes mientras tú en otras bocas seguías dando muestra de buena voluntad... hasta…
Hay quienes por fortuna o desgracia nacen con la percepción a tope, incluso basan su vida en las intuiciones. Eso le pasó a Alfonsina a quien, desde el día en que nació, un dejo de pesadumbre acompañó hasta que el llamado a otras vidas se hizo presente. El mar le hablaba al oído, ansioso por escuchar sus poemas, llenar de sal su cuerpo, dejarla sin aliento para llevarse su alma hasta el fondo. Por su…
Phuyu llevaba días escondido en el bosque con el único e inexplicable propósito de reconocer todos los sonidos que los pájaros emiten cuando llega el verano. Se escondía tras los arbustos que rodeaban su casa, disfrazado de ave del campo. Era difícil separar el canto de cada ave, pues cuando un pájaro cambiaba de color también lo hacía el silbido que salía de su garganta. Habían pasado dos semanas y Phuyu había registrado casi mil…
Mis papás eran dos seres raros de ideas descabelladas. Por ejemplo, solían usar zancos en lugar de escaleras, invitar a los vecinos a fiestas de disfraces y pescar sólo para soltar los peces. Una de esas ideas me involucraba: fue a partir de mi primer cumpleaños que comenzaron a encargar retratos de mí a Don Óscar, un pintor que conocieron en su luna de miel a bordo de un barco pesquero. El venerable anciano era…
Cada día una batalla en donde las treguas son sólo unas pocas horas de sueño. Leonora Alonso Si en la tregua se derramara todo el amor que es posible encontrar en ese momento... La sed saciada con esas cuantas gotas que son agua infinita. ¡Qué importa lo demás! Interrogante y exclamación juntas y llenas. Llegar al final del día sólo para comenzarlo de nuevo es casi un desvarío. Pero en ese «casi» se salva aquello…
El tornado me trajo herido en el otoño, dorado como el eclipse más adolescente. Crecía por las copas de los árboles y me deformaba. A veces, creía en la muerte que tienen los cerros cuando el frío los apacienta. Creía en la prostituta que mira tiernamente al borracho como a un niño muerto que es llevado por las hormigas. Había decidido inventar nuevas rutas y el sol había decidido ser mi dios. Al ocaso, gozaba…
Ni siquiera por ser muy tumultuoso frufrú de uruchurtu ni por rendirle cuentas al Zulu del Sur que, burlándose, me preguntó: ¿cuántas ovejas alcanzó a contar anoche? Y ni siquiera por eso supe que él tenía muy presente, al estar evaluándome, que 10.4 noches antes un tul de burbujas patas pa'jhrriba me había robado el sueño. Él se estaba burlando. Con sus diez dedos, repiqueteaba su escritorio corolingeomontado. Pero eso no me sorprende del Zulu…
Quiso matarla y le consiguió trabajo. Quiso entibiar su alma y le dio un televisor. Cuando alcanzó su mano, pintó con los dientes un zapato de dos metros en un viejo edificio. Todas las flores del mundo se marchitaron al unísono. Si ella le sonreía, él adquiría el poder de generarle digestiones extrañas a la gente. La vieja y olvidada gastromancia. Cuando anochecía y el cielo estaba rojo, le hacía biopsias con la mirada en…
Despertó en el hospital. Lo despertaron unas voces. La enfermera. Al verla lo supo. Supo que todo había cambiado en su vida, no porque le hubiera pasado algo grave en el accidente sino porque había estado cerca de la muerte y eso a veces hace que se abran los ojos. La enfermera. Ella moriría dentro de cuatro años y se iría a un infierno en donde no hay gravedad. Él lo vio en su mirada…
Cómo puedes estar ahí sentado actualizando tu smartphone con cada notificación. Cómo puedes permanecer conectado a una computadora sin siquiera preguntarte qué es lo que hay más allá de tu micropantalla luminosa. Cómo no buscar respuesta sobre tu origen, lo que esconde el universo, el sufrimiento animal, las guerras, religiones, lo que no te llega por mensaje directo, un equilibrio interno. Cómo no perder los estribos con tanta información en tu memoria, sobre tus hombros…
Hoy es mañana y mañana será hoy y el reloj no registra movimiento. Elías mira las manecillas, se dice a sí mismo que no avanzan. Diez de la mañana. Debió sonar una alarma para recordarle algo que ha olvidado. A lo mejor el otro Elías, el que dijo vivir diez años adelante, le pudiera ayudar. Lo conoció cuando la misión llegó a un atajo intrauniversal. No hubo paradojas, ni caos, ni ninguna de todas esas…
Lo comentó la noche anterior en el bar y todos, incluyendo a Gregorio el mesero, opinaron. «¡Pero es algo descabellado!», dijo Cristoph. «¿Y así te dices detective?», preguntó Bernard. «¡Si supiera lo que planeas nunca contrataría tus servicios!», exclamó Tomas mientras Gregorio repetía «es una locura, es una locura». Tomaban en la terraza, debajo de la fronda de un árbol que Antón, el detective amateur, no terminaba de identificar. Tenía los ojos clavados en las…
I Lucio, un joven pescador, es obligado a trabajar como vendedor para la transnacional que lo despojó de su oficio. II En su primer día el pescador conoce a Kiria, publicista de la empresa, y se obsesiona con ella. III Marco, único amigo a la redonda, le advierte a Lucio que Kiria no es mujer para él. IV Kiria se interesa en Lucio debido a su simpática torpeza social, pero su papá, dueño de la…
Ellos no saben del miedo, no saben del hombre insomne de los Cárpatos, del ser de la idea fija. Y pasar la vida con la duda del haber nacido, de lo no originado, de lo que pudo no ser pero fue. Dicen que he recuperado la razón, no saben que esa no vuelve; el hijo favorito se ha perdido, cruzó las puertas de fuego por seguir un pensamiento. No se regresa de la locura: una…
De aquí nace una estrella. La más roja, la más incandescente y pura. Aquí en la soledad y la locura, donde nada existe más que la esperanza de encontrarse vivo durante las 24 horas de los 6 días de la semana. Unos dicen que hay un día más en el que se descansa; otros, en el que se idiotizan; otros, en el que no despegan los párpados hinchados de alcohol. Yo sólo conozco lo que…
No la dejes entrar con las tetas tan llenas de vida. ¡Mírale la cara! Esa sonrisa de fertilidad extrema me enferma. ¿No te das cuenta? Ahí está, en esa mirada dulce, la perdición de todos nosotros, la condena de la raza. No es que la odie, es que hay que contenerla. Su vientre y lo que despierta son peligro. A ella la quiero dentro de los edificios, lapidada tras nuestros miedos y nuestras ideas. Controlada…
Si se le mira desde arriba –digamos que con mirada de pájaro–, el territorio se antoja próspero, resistente y divertido. Pero una vez allí, cuando uno se encuentra sin saber muy bien por qué o cuándo y de qué manera fue que llegó a esa región, se descubre que su suelo es movedizo, un cauce inquietante de partículas desagregadas de razón. Pero es únicamente así que uno se percata de que las múltiples ideas en…
Si a mí me hubieran dicho que su piel sería mi tierra, simplemente no lo hubiera creído; me hubiera resignado a mirar cada línea, cada forma de su cuerpo ilustrado con el tierno horror con que se mira la muerte. Me hubiera resignado felizmente al hipnotismo de sus hombros descubiertos, pero usted tenía otros planes que incluían mi nombre. Dejarla entrar a mi casa aquella madrugada fue un atrevimiento imperdonable pero ¿qué podía hacer con…
Insistí en comenzar de nuevo, en saludarte como si no nos conociéramos, en evitar preguntas absurdas que revivieran memorias obsoletas y que alimentaran el miedo. Insistí en vigilar la noche desde el lugar aquel donde tracé dos círculos concéntricos: uno para ti y otro para el infinito abismo de ilusiones, tumor de ciegos. Pero el daño ya está hecho. Me pregunto si aún puedes sentir en mi habitación el hedor de la madrugada en que…
Tuve un sueño. No fue un sueño. Descalzo plantado en la arena el sol latiga mi piel bendecida de músculos. La noche grita de estrellas. La panza cerveza cobija mis genitales. Verga de potro. Verga semilla. Vagina cayán. Las mujeres me tocan, las mujeres me abrazan, me tocan, me abrazan besan soban lamen suspiran. Las mujeres me muerden, las mujeres me gritan, me abofetean escupen patean execran. Grito en versos tarantinos. Muere la lengua. Garganta…
La poca inspiración bloqueó su creatividad. Tuvo que tomarse un tiempo libre. El destino no fue el idóneo, la zona árida donde vacacionaba le causó bochornos que le impedían descansar. Después de largos días y noches, pudo conciliar el sueño luego de permitir que el clima se apoderara de su cuerpo. Mientras yacía en una pequeña hamaca, sus pies colgaban y se tambaleaban lentamente con la tierra. Sobresaltada, abrió los ojos y con la mente…
El pájaro azul está libre de espíritu. Necesita espíritu. Alguien que le hable a su voz blanca. Sobre el espíritu de la nada el ave vuela entre lo otro y lo mismo. Cíclope de todos los principios, quieto ante la interminable cuestión de por qué el pájaro es azul.
Vinieron: me están buscando. Escucho mi nombre aunque me rodea el silencio. Sólo se oyen algunos de mis movimientos: cuando prendo un cigarro o destapo una botella. Cuando respiro. A momentos oigo mi corazón: la vena de la ingle, la de mi muñeca, la de mi tobillo. Pero la que más sobresale es la de mi sien, la veo latir frente al espejo mientras no atino a entender de quién es ese rostro, esos ojos…
Me abrazaste con una especie de estrabismo. Lejos de parecerte un tipo aventurero me miraste con cierta duda, inspeccionaste la bolsa de mi pantalón y te diste cuenta de que le sobraban hoyos por donde se escapaban todas mis ilusiones. Tocaste mi mano con mucho miedo. En un momento me pareció que estabas a punto de arrepentirte y salir corriendo, pero no había lugar a dónde ir. Aquel espacio estaba cerrado por completo: ni puertas…
Lo sé amiga lo sé amigo lo sé padres Que no sabrán dónde mis enemigos han dejado mi cabeza Que mis huesos no descansarán bajo una piedra con mi nombre Ni habrá monumento que recuerde mi valentía Que quizá ninguna mujer llore al mirarme por el desierto Pero estaré feliz bailando en el infierno Feliz de haber luchado por su libertad Y si mi cuerpo resiste Y si ellos dicen algo de verdad de esto…
Déjame morder mucho tiempo las enredaderas de tu memoria, pesadas y ocultas. Cuando mordisqueo tus neuronas invisibles y rebeldes me parece que como recuerdos. Me invade un sabor intenso, mezcla de ágata y metal. A un paso de quedar intoxicada, un aire caliente atraviesa mi garganta: es el veneno de tus pensamientos. Deseo combinado con horror, una rara agonía. Mientras más vacío el contenedor de tu lucidez, más deliciosa y áspera resulta mi tortura. Mastico…
Rojo, amarillo, anaranjado: como un legado antiguo cobijado por los astros; herencia arcaica como las noches y días. Dijeron que sería un regalo, casi un tesoro que nos ayudaría a ser menos animales. Menos bestias. Menos monstruos, quizá. Pero sólo dejamos de comer carne cruda. Piedra contra piedra fue la ley y aquel que casi pensaba se creyó dios. Luego hubo vástagos: inútiles perezosos que aprendieron a templar sus huesos frente a hogueras y hogares…
Piel de tigre en cuerpo de cordero. Una tipilla queriendo dominar sus instintos. Fieras, cazadores, hipócritas, víctimas o débiles. Fractales. Existen al menos unos cientos de miles de opciones en las que el azar impedirá que se replique tu información genética. Ser quien de verdad crees ser. ¿En dónde lo ves? Cajitas de impresiones por doquier. Ser una, dos, tres personalidades. Ser ninguna. Callar el impulso que te domina. Ese que se disfraza en profundidad…
A Sylvia Plath Le escribiste a la muerte en el mes equivocado. A lo mejor cerraste los ojos para distraerte con la velocidad de las nubes. Era invierno, no verano, aunque la naturaleza, incluso en casa, tenía cierta violencia. Quizás, cuando el gas comenzó a salir del horno, pensaste que el sol estaba en pleno cenit porque todo arde bajo su mandato: los ojos, la piel, las heridas y las amapolas –o pequeñas llamas infernales,…
Para ese momento, el fuelle del pecho se despegaba en un delirio. Probablemente —no podría saberlo— tendría dos costillas rotas, quizá la nariz, quizá ya habría perdido algún diente y el derrame en el ojo ya se escurriera de la esclerótica. O quizá no. Cómo saberlo. Lo indudable, en cualquier caso, eran los ojos ardientes y el aire caldeado que se escapaba por los ojales y el cuello de la camisa, los pies adoloridos bajo…
Para ella el verano siempre fue una cuestión interior; yo nunca entendí esa manía tan suya de sentarse a esperar a que el sol saliera por la colina e inundara todo el valle. Decía que con el alba llegaría aquel a quien tanto deseaba. Salimos cerca de las cinco de la mañana, en el invierno más largo del que se haya tenido noticia. Nevaba, y era una nieve hermosa. Los copos caían como si los…
Acompañada de noche y sombras hago refugio de sábanas y reviento anhelos en soledad. El luto dejó estrías en la carne y fósiles en la entrepierna, pero hoy la luna me persigue húmeda y se desnuda, lúbrica, entre mis manos. Las falanges arrancan gemidos en su recorrido hacia el sur y anidan melodiosas entre selvas semicanas hasta libar rocíos agridulces. Las caderas se subliman en vaivenes levantando llamaradas en preludio, cuando el tiempo ya no…
Prende la luz del buró junto a tu cama si tienes miedo, eso ahuyenta a los fantasmas. Por la noche es suficiente con el pequeño foco porque la oscuridad entre más profunda menos luz necesita para disiparse. Cuando llega el día la cosa se complica: se necesita mil veces más luz para encontrar lo oscuro y combatir. Con tanta luz y tanta gente, la oscuridad se vuelve rincones en los ojos, ideas compactas en las…
En medio del espectáculo aparece con el rostro más claro que sus talones, la delgadez de un pañuelo amarillo y la sonrisa de corcho de botella. En medio de la nada o de la pista… da igual. Ella está ahí –de pie–, esperando la orden del domador de aves que con un silbido tierno y lento hace que todo el lugar quede en silencio. En ese momento la mujer comienza a iluminar la carpa. Desde…
–No mames, está delicioso. O tro ni vel pa pá. –¿Te sirvo otro? –Mejor un abogado, mirrey. Los burócratas luego me indigestan. –Uta, qué delicado… –Mi Mike, ¿te encargo un mercadólogo bien dorado? –Cómo no, papaloy. ¿Marinado o natural? –Marinado, para acompañar la cubirri y así. –Tú sí sabes, papá. Salud. –El carbón está chingón, eh. ¿Ya estarán las camionetas rellenas de queso? –Ya casi, pero a las brochetas de Volvo les falta nada. –Osita,…
No logro entenderte. Fue hace un par de ocasos cuando salí a caminar y, al momento de querer compartir mis ideas con alguien, mi garganta se irritó y no pude hablar. Sin saber si era el clima o mi poca precaución para cuidarme del sol, regresé a casa en silencio. Acomodé mi cama y me propuse leer ese libro que me esperaba, pero otra vez llamaste mi atención. Mi cabeza giró, no paraba, apenas me…
Su lengua corresponde al idioma del fuego. Es un dialecto entre ramas y troncos, un habla monótona y seca. Su cuerpo en cambio se materializa en puntos verduzcos de luz que flotan sin orden en la oscuridad. Pero esa materia inflamada no brillará por largo tiempo, pues no corresponde a ese mundo. Lleva consigo la luz, sí, pero como un atributo que acaba –como todas las cosas– por convertirse en ceniza.
Un tedio insoportable invadía la terraza aquella tarde, el sol estaba en pleno clímax y calentaba las lozas del patio trasero. Ni siquiera daban ganas de fumar un cigarrillo, la sed era mucha; sin embargo, ese aire somnoliento que caracteriza a los pueblos me impedía levantarme de la hamaca. Todo mi cuerpo estaba envuelto en esa especie de capullo. Sólo uno de mis pies permanecía afuera, apoyado sobre una de las tibias lozas, para impulsar…
El sargento miró detenidamente el cadáver que tenía enfrente: no quería reconocer a nadie en ese rostro quieto pero no podía evitarlo, después de todo la había querido a escondidas suficientes años como para hacerle el feo ahora. Había muerto pocas horas antes, podía verlo en la suavidad de su cuerpo. El calor de la habitación había acelerado el proceso de descomposición, llenando el espacio de un aroma pútrido y persistente. Todo en el lugar…
Esconde tus alas dejando sus pétalos dispersos. Flota tu alma que como el viento duerme dulcemente en una grieta, que a ratos suelta mariposas. Alma que puede ser lirio, cisne o una ola. Segura de todo tírate a tus plantas. Siente tan honda delicia. Descansa y olvida. De tus rodillas ascienden perfumes y lágrimas blancas que han de morir en un suspiro de humedad salada. Suelta a volar, única y divina. Si no ves esa…
El nuevo traía otra escuela. El primer día de clases llamó la atención de un codiciado grupito de alumnas, lo que provocó una exponencial reacción en cadena. Su nombre: Bibiano Dos Santos, una suerte de rebeldía viviendo todas las edades del sol. Con él vino una onda de calor nunca antes sentida. A los dieciséis años, lo vendieron como esclavo al precio más alto para costear la fiesta de generación. Entre tanta gente, era…
Me encuentro sentado en el sillón, apretujándome contra uno de sus brazos, la única zona olvidada por la luz. Un rayo de sol toca la punta de los dedos de mis pies, calentándolos. Hacen 38 grados y las gotas de sudor resbalan por sobre mi frente imprimiendo su rastro de sal. Con trabajo me levanto y logro salir de la casa. Una vez acostumbrado al brillo de las calles y de las aceras, de los…
Lleva por dentro un termómetro nuclear. La marca trepa poco a poco la escalera de números y rayas negras. La noche con enfisema lo abriga de lana obscura. Los postes se inclinan y queman su frente. El tráfico incesante lo atropella una y otra vez con ruido férvido. Todos los faros de los coches le apuntan. En su muñeca las manecillas del reloj no son más que dos charcos de hierro. Las plantas de sus…
El calor que había sostenido todo el maldito día sobre su espalda dolorida se resumía –se condensaba– en esa gota de sudor que bajaba incauta y perezosa por su perineo y se descolgaba por sus bolas aterradas, terminando de inundar el calzoncillo asfixiado hace muchas horas por la más increíble impaciencia. La maldita gota hacía su infame recorrido en cámara lenta, dejando a su paso una cosquilla devastadora que tenía que ser aguantada a toda…
Llovió hoy por la tarde y ya sabes cómo alborota eso el calor. Ha hecho tanto que en estos días no se puede hacer más que abrir las piernas y dejar que el aire corra ligero por debajo de la falda. El sudor se escurre en cada nuca una gota tras otra decantando humanidad. La piel es una membrana semipermeable, pienso en eso todo el tiempo. A diferencia de las ventanas, no se puede ver…
Era de pocos amigos y ahora traía a uno en la cajuela. Se estacionó. –Un café muy caliente. –Hola, muy buenas tardes. Claro, con gusto, ¿de cuál? –Del que se toma. –Claro, ¿pero de cuál?, tenemos de todos los que están en el tablero. Leyó alguna palabra en voz alta: Express. –Claro, ¿lo quiere doble o sencillo? –Normal, quiero un café caliente, ¿crees que puedas ayudarme con eso? Caminó hacia el final de la barra…
Los aldeanos de Darvaza me contaron que aquí es donde termina la vida. Que fue el Diablo quien ahuyentó a los geólogos que realizaban la excavación petrolera tras lanzarles bolas de fuego desde la oscuridad. Que el Rey de los círculos infernales sabría que nadie se atrevería a descender –ni siquiera los suicidas– porque la combustión sería horrorosa. «Este hueco lleva ardiendo desde 1971», me dijo el anciano que se ofreció a ser mi guía…
La primera decisión que tomó me sorprendió gratamente. La oreja. Recordé a Manuel Ignacio en el colegio cuando me lamió esa misma oreja en clase de química... cómo me mojé aquel día. Desapareció por horas. Volvió por mi mano y un pedazo grande del antebrazo. Del dragón que me tatuó Ricardo Méndez desnudo en ese mismo antebrazo después de dos meses de andar y follar Suramérica, sólo quedó un trozo de lengua. Durmió a mi…
Dos pesos, pinche ruco mamón. Ni lo de las bolsas. Dos carritos llenos de chingaderas y me sale con «no traigo cambio, mijo». Mijo su pinche madre. Gracias a dios yo no tengo un jefe tan marro como este wey. Mi papá a todo mundo (tragafuegos, malabares, mimos, limpia vidrios) le anda dando los tres o hasta cinco varos en cada esquina, quesque porque «es su chamba». Luego no trae para el estacionamiento, pero le…
Era su piel de esas caricias que apenas se sienten alguna vez en la vida, una textura que despierta esos deseos ante los que estamos indefensos, que no pueden controlarse, que son una sentencia. Bastó el roce clandestino, torpe y ciego, de ojos cerrados y calor vivo. El tacto fino de los dedos que descifraban los bordes perfectos de un cuerpo desdibujado, adivinando la curvatura de piel firme y suave. Y es que no era…
Con el filo de la navaja sobre su muñeca, Ana cambió de opinión: no iba a matarse, iba a matarlo a él. Sabía, siempre lo supo, que él no iba a quererla; nada haría que lo hiciera, ni el par de senos de silicón, ni la liposucción en brazos, glúteos, muslos y rodillas. Mucho menos el limado de mentón, el tatuado de cejas o la rinoplastia. Afuera hacía frío y seguro él estaría con ella…
Párpado prófugo, déjame dormir. Sólo me da vueltas en la cabeza. Una y otra vez. Lo mismo. Si hubiera pensado otra cosa. Si lo hubiera hecho distinto. Pero no podía decirlo. No supe cómo. No encontré las palabras. Y la voz está hecha de palabras. Era como si tuviera la garganta cortada. Y sólo lograra vidrios rotos. Ahora todo es contención. Impulso retenido. Vidrio restaurado que aún deja ver todas las grietas. Y por ahí…
¿Alguna vez has torturado a alguien?, me pregunta un hombre al que jamás he visto. Se vuelve más fácil con el tiempo. Incluso comienzas a olvidar las caras y las reacciones de la gente porque, verás, la gente siempre es igual, todos los que llegan aquí entran igual: dos ojos, dos orejas, dos manos. Pero todos salen diferentes. Agacha la mirada y ríe para sí mientras coloca algunas herramientas que no logro distinguir sobre esa…
En un viejo piano compone su canción. En un viejo piano viajan cada año a la playa de rubor en piel lozana. En un viejo piano viven notas de saliva, tierra y brazos entrelazados. En un viejo piano se graban pentagramas de tiempo, arrugas y sal. En un viejo piano toca un hombre solo su débil memoria de dulces heridas. En un viejo piano sin voz crecen raíces de acacia.
Frente al espejo, de mis mejillas parecía brotar la quietud. Bajé de la hamaca con un poco de cuidado de no pisar alacranes. Me lavé con un trapo, me froté las piernas y los pechos, me desenredé el cabello y lo adorné con un broche de plata. Me calcé y vestí ligera. La tarde bufaba. Salí de mi ausencia a pasear por las calles. A mi derecha la soledad se extendía enorme, silenciosa y campesina…
Nunca me gustó la primavera pero fue, precisamente, en uno de sus días cuando te conocí. No recuerdo quién fue el que dio la primera señal para emprender constantes viajes hasta la playa. Siempre contra los momentos cliché amorosos, caí. Y de amanecer a ocaso capturé las imágenes en mi mente, mientras nos abrazábamos con la promesa de reencontrarnos en otoño. Las hojas cayeron mientras yo esperaba taciturna tu regreso. Distraída, esperando, esperando… Tu ausencia llenó…
Cuando el viento nos llegó yo estaba ausente. La casa, la ropa y tus cartas al sol. Todo se había volado. Te encontré con el pelo suelto, llorando, recogiendo deprisa nuestro nido de escamas. Me quedé quieto. Observando cómo tus alas se quebraban con el viento: temblabas. Y tus plumas por el aire decían «te quiero, pero tengo otro nido que escamar».
—Lo siento, lo siento mucho... —le digo, mientras me desata, aunque ya casi no alcanzo a decirlo con claridad. Mi cuerpo se va paralizando poco a poco. Soy consciente de todo lo que pasa a mi alrededor, siento mi cuerpo y veo todo. Me carga, jamás habría pensado que tenía tanta fuerza como para poder con mi peso. —No te voy a matar, ni siquiera te voy a golpear, nada más te voy a dar…
No sé si fue tu boca desgonzada o el palpitar reseco de tu garganta expuesta, no sé si fue la lágrima en el ojo, la mosca en la frente o las manos apretando –digo– exprimiendo una bolsa amarilla llena de latas de atún lo que hicieron que, en un instante sereno, mi pene y mi corazón se interesaran por ti. Tenías las piernas abiertas y en tus calzones se adivinaba una tierna hendidura así como…
Ni siquiera se movía mucho, sólo se quedaba ahí parado viendo el mundo pasar y se estaba quietecito. Lo tuvimos en casa desde que era un huevo de cascarón mitad rojo y mitad blanco. Estaba en las estrellas aviarias que no llegaría a gallo: el pobrecito nació mudo. Pero trataba de serlo, se empecinaba contra su trágico destino como un gran guerrero griego, sus esfuerzos eran de un mutismo épico gigante. Subido en el tejado,…
El gato, testigo mudo de la noche, voyerista no invitado al lecho de amor, acecha desde lejos con sus tibios ronroneos y cuida celoso que el brillo de la luna no acaricie la piel de los amantes. Avanza a la habitación frotando su cuerpo contra la pared mientras ondea su cola de arriba a abajo, por momentos hace una pausa para escuchar atento los movimientos de los cuerpos que se separan y se unen como…
La reina muda, prisionera de su agonía, lenguas y gargantas coleccionaba para ver si de este modo el silencio podía romper. Su aullido ahogado resonaba entre las paredes al atravesar la noche fría y moribunda buscando nuevos cuellos que cortar. Nadie osaba dejar escapar un minúsculo ruido, ni las ramas de los árboles se atrevían a crujir. A su paso, calmo y ensombrecido, la vida se tornaba pálida e inerte. 200 cráneos, 60 pares de…
El artículo le explicó que su propio dolor habría sido desplazado a un objeto nimio y oscuro localizado en la parte más álgida de una intrincación de episodios traumáticos. Que los simpatizantes de la psicología profunda le hablarían sobre el miedo neurótico mientras abrían su cuero cabelludo, ponían su cerebro sobre el diván y esculcaban entre las circunvoluciones para encontrar los eventos que condujeron al primer ataque de pánico. El texto aludió a una posible…
Las decisiones se toman y ya, lo que pase después es asunto del destino; uno no sabe si se hizo lo correcto sino muchos años después. Decidieron «hombre» con la misma incertidumbre con la que decidimos poner el despertador a cualquier hora o tomar el paraguas para salir a la calle. Era una moneda en el aire que giraba y que quizá caería de nuestro lado. Vinieron entonces las agujas, los bisturíes, los tratamientos hormonales,…
Primero fue un juego, luego un truco… Había sido de los que utilizaba mis recuerdos para hacer reír a otros. Cada noche me pegaba dos cintas adhesivas en la boca para que se quedara quieta, pero encontró nuevas formas de escurrirse a través de mi cara. Salieron en mis cachetes unos hoyuelos con hilos invisibles incluidos: jalarían mi boca para regresarla a su forma de arco feliz. Arranqué las cintas, las guardé en una caja…
El dolor de espalda perenne. La mala noche. El hombro. Cualquier tiempo para el desayuno: escaso, rayano en nulo. A la mano y en el camino, una pieza de pan, la boca seca. El sabor acre de la mantequilla rancia. El hambre. Cincuenta minutos en el tráfico. Cuarenta en un buen día. Hora y media el día de hoy. Una mirada de desprecio, a veces ni eso: al otro lado del escritorio el aire turbio…
Noche, pura noche: profunda, madura, desgajada. Hablan los pájaros en ausencia, en coqueteo evasivo que se cuelga entre las ramas cuando los árboles son mercurio palpitante. Noche, pura noche en concilio con la sangre despierta, y noche también la sangre desde los latidos inertes hasta que el silencio es la voz del miedo. Noche, pura noche herida, y cascadas de lágrimas astrales sobre mis ojos silenciosamente ciegos.
En este lugar únicamente se encuentran pedacitos de ramas y piedras en el suelo. Es un claro de tierra que si no fuera por la hierba que crece alrededor enmarañando el aire entre sus puntas, parecería parte de un escenario teatral. Está al sur del archipiélago, en la isla más pequeña del conjunto. Ninguno de los pobladores de la zona recorre el mismo trayecto para llegar hasta aquí y al mismo tiempo todos, de algún…
Te escucho y hablas por mí. Tu piano es más fuerte que mis gritos ahogados en mis manos. Cállame. Agítame. Hazme sonreír con lágrimas que resbalen hasta mi cuello y que la habitación dé vueltas y yo sienta que no estoy aquí. El espejismo del silencio y sus voces, porque adentro llevo las del pasado y las del presente y las mías y las del lugar en el que vivo. Ruido. Pienso en todo y…
De tu semblante no sé nada. Yo sólo te he venido siguiendo…justo por eso. Vaya, vaya… Aún hay tiempo. No sé qué pasó. Perdóname. De pronto ese promontorio que llevas por espalda me pareció cada kilómetro más siniestro.¿Y si escucharas mis pensamientos? En mi mente está el puñal. ¿Puedes verlo? Ya ni siquiera me atrevo a preguntar nada por temor a que vuelvas el rostro. Qué macabro que el demonio queme en el carbón sus…
La vida siempre fue un eco tímido, una duda sin sentido, un no saber, un no sentir. Esa lucecita, que un día encendieron para darle un nombre y un propósito a un ser artificial, finalmente falló. Me llevaron a un cuarto oscuro y me llamaron vencido. Iban a destruirme, pero cuando llegaron a darme fin yo ya no estaba: otra lucecita se había encendido en mí, un corazón de verdad creció y se aferró a…
Es más que eso. Es más que la falta de palabra, que la decepción, que la aceptación. Es más que el tiempo, que la deshonestidad, la perversión o la falta de vergüenza. Es el silencio, la apatía, la desidia. Es la semilla implantada entre el hígado y el estómago, la raíz que perfora el intestino, los tallos que se enredan entre las costillas y obscurecen el corazón. Es su flor de venganza y dolor cuyo…
¿Por qué nací aquí? ¿Por qué nací con ese tercer ojo certero? ¿Por qué nací con la insurrección atravesando el centro de mi espíritu? ¿Por qué nací con esa respiración que a veces se acaba de tan profunda? ¡DISPARA, QUE SÓLO VAS A MATAR A UN HOMBRE!
La intención de pasar un fin de semana en casa se vio perturbada aquella noche cuando te conocí. Entré a ese lugar desconocido donde la música alteraba la atmósfera. El bullicio de la gente te impedía tener una buena plática y decidí alejarme lo más que pude. Me sentía fuera de tono, era como estar en otra dimensión, en un sitio al que no pertenecía. Entonces, sucedió. En medio de todos yo no escuchaba nada,…
La última vez que vi a mi sobrina ella me daba la espalda, es la imagen que guardé en mi cabeza. No recuerdo mucho sobre ella, sólo que se llamaba Fabiola y que dio su vida por mí. Yo había viajado muy lejos en busca de poderes ocultos, hacia un país misterioso. Atravesé los bosques de la confusión y llegué a las montañas del silencio en donde habitaban los Ulikanes, los brujos más poderosos del…
¿Y ahora qué? ¿Esta fui yo? Sí fuiste tú. ¿Sí? ¿Contenta? ¿Qué explicación? …cuando lleguen… ¡Madres! Desconociéndote a ti misma te has conocido un poco mejor. En el otro territorio, el que viene después de la transgresión. ¡Órale! Siento como si se me hubieran caído todas las flores del vientre. Y mi falda es muy chica para poder cubrirlas. ¿Qué? Piensa, piensa. Lo primero es fingir tu inocencia, estudiando sus gestos para confundirte en su…
Busco mi espíritu entre los perros A roja Busco entre esa lluvia de pájaros una ciudad de plumas O negra Mi oído es el corazón del árbol I azul El árbol es la sonaja del viento E amarilla Guardián de la selva estelar Guardián del desierto sin ruidos U violeta A alta velocidad nube de gas y polvo Vencido por animales Orbito Siento Plasmo Canto que es luna camino de vuelta animal vencido a…
Personajes: Yadir. Minerva. Yadir está sentado en la orilla de un abismo, la ventana en la que Minerva lo dejó viendo el movimiento de las estrellas. Minerva ha regresado con alas en los ojos y en el rostro. Lo abraza despacio recorriendo su espalda. Él olvidó cómo hablar o nunca lo supo. MINERVA.–(Le dice al oído.) Tus ojos son como la ciudad de Petra: una tierra que ha decidido callar. Incrustada en la montaña,…
La arena del gato, pensó. Sólo eso se le ocurría y de alguna forma era lo más simple. Estaba aturdida, la vida era una nube que le tapaba los ojos, que le hacía transitar por la mañana como si la realidad fuera el artificio de alguna pesadilla. Lo único evidente era el sol iluminando la sala, sus manos temblorosas y el cuerpo inerte. Fue al patio, tomó la caja de arena y la llevó a…
Te sientes como abandonado. Te desespera. Te quedas con la sensación de haber dicho todo pero sin darte a entender. Como si hubieras ido a vomitar luego de haberte saciado con un buen manjar. Te hace sentir inepto, fuera de ese círculo en el que todos parecen saber cómo se vive entre tanto desconocido. A veces te deja tranquilo. Como cuando pudiste haberla cagado pero tu autocontrol te hizo pensar las cosas mil veces. Entonces…
Es cuando la noche se termina de establecer que inicia el zumbido. Es un sonido continuado y bronco que tiene lugar dentro de los oídos del hombre que en estos momentos se encuentra recostado sobre la cama, boca arriba, con la cabeza un poco inclinada hacia la derecha, las manos en el pecho, las piernas separadas y los pies ladeados, uno a la izquierda, el otro a la derecha, ambos ligeramente doblados por la presión…
Mi tía dice que esta va para Gabriel que protege el matrimonio la anunciación la buena nueva le prende un sol que sube en flama y se unta el blanco vientre con carbón horrorizada de perfil laberinteando porque no y porque es tiempo porque extraña y quiere por eso canta todo cuanto puede y sabe mientras en silencio un niño escucha «duerme duerme negrito» y sabe que al consumírsele a Gabriel la vela y a…